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Tuesday, August 28, 2018

casiopea



por Olga L. Miranda


Se me ocurre ir a buscarte, 

llegar a tu redil solitario

y dejarme llorar frente a ti sentada en tu cama de las mil y una noches, 

hacer un silencio siniestro con todas las flores del otoño,

servir mi corazón mendigo en tu más fina vajilla de porcelana, 

y bailar una danza gitana bajo la luz de tu mejor luna,

pero tu no te conmueves.

Entonces, iré a borrar los senderos marcados sobre tus montañas y

una a una todas las estrellas de tu limpio cielo,

y cambiaré de lugar las doce constelaciones 

con todas sus galaxias y sus soles, 

sólo dejaré intacta a Casiopea con sus cinco puntos brillantes señalando mi rastro,

y enturbiaré el agua de tus lagos,

partiré en dos los remos del “blue bird”,

y silenciaré el aullido de todos tus lobos y el canto de aquellos pájaros. 

Ya sin fe, escribiré este poema en mi memoria 

porque cuando te des cuenta de todo eso 

estaré yerta,

y esparcida en mil fragmentos por el seco viento de esos caminos polvorientos,

y seré la arena de todos tus desiertos 

y el frío temblor de todas tus noches,

y  la presencia absoluta de tu soledad. 

Entonces, ya estarás perdido,

No habrá remedio,

tendrás que extrañarme. 


---------------------------------------------
(in English)

Cassioppea


It occurs to me to go look for you,

get to your lonely fold

and let me cry in front of you

sitting on your bed of a thousand and one nights,

and make a sinister silence with all the flowers of autumn,

serve my beggar heart in your best porcelain dish,

and dance a gypsy dance under the light of your best moon,

but you are impassible.

Then, I will go to erase the paths marked on your mountains and

one by one all the stars of your clean sky.

And I'll move the twelve constellations

with all its galaxies and suns,

I will only leave Cassiopeia intact with its five bright points pointing to my trail,

and I will cloud the water of your lakes,

break in pieces the oars of the "blue bird" ,

and I will silence the howl of all your wolves and the song of those birds.

At his point, without faith, I will write this poem in my memory

because when you realize all that

I will be already dead

and scattered in a thousand fragments by the dry wind of those dusty roads,

and I will be the sand of all your deserts

and the cold trembling of all your nights,

and the absolute presence of your loneliness.

then, you will be lost,

you will not have a remedy

You will have to miss me.




Friday, August 24, 2018

Graciela Palau de Nemes, una cubana amiga y discípula de Juan Ramon Jiménez.

La Universidad de Maryland tiene una larga tradición en estudios hispánicos y latinoamericanos. Una profesora cubana fue una de las pioneras en su creación. Ella fue amiga y alumna de Juan Ramón Jiménez cuando enseñaba en esa institución, y también fue responsable por la visita de Borges, Dámaso Alonso y otros escritores hispanos. Esta entrevista es un recuento de aquellos inicios.

Por Olga L Miranda











“Todo me vino por casualidad, pero yo nací para eso”
Entrevista a Graciela Palau de NemesY Melissa González-Contreras & María Cristina Monsalve
§
¿Qué es lo mejor de ser profesora?
Es una linda profesión. Es hermoso poder transmitir conocimiento y poder comunicarlo, aunque una nunca para de aprender en la misma profesión de la instrucción. A la misma vez, siendo profesora yo me sentía que podía ayudar a los estudiantes. Y desde muy joven empecé a apasionarme por la literatura, al principio por la poesía sobre todo.
Yo me hice profesora por pura casualidad. Me había graduado de un colegio universitario en Vermont, tenía una beca. La Segunda Guerra Mundial empezó y fueron a ofrecernos trabajos a todos los colegios de mujeres. Me ofrecieron trabajar en un laboratorio. Yo les dije que no sabíanada de Ciencias, pero me dijeron que no tenía que saber, que ellos me iban a entrenar. Conmigo fueron ocho compañeras y cuando llegamos a Baltimore, nos llevaron a los laboratorios, no lo sabíamos entonces, pero iban a entrenarnos en cómo hacer alcohol para el gobierno. Vinieron también más o menos el mismo número de estudiantes varones que estaban haciendo la maestría o el doctorado en universidades de Estados Unidos. Los reclutaron para ponerlos en los laboratorios y si iban al frente, irían como tenientes.
Te voy a decir lo que pasó: todas nos casamos con esos muchachos que estaban haciendo la maestría o el doctorado. Fue toda una generación que se casó en tiempos de guerra.
y Esta entrevista ha sido editada y revisada con delicadeza y especial dedicación por Mariluz Bort, estudiante graduada conocedora e investigadora de la vida y obra de Juan Ramón Jiménez y Zenobia Camprubí.
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ANIMAL DE FONDO
¿Cómo fue su llegada a la Universidad de Maryland?
Nosotras nos graduamos en el ’42. Como se habían llevado a todos los estudiantes de 18 años en adelante, cuando la guerra terminó, fue una época bellísima en los Estados Unidos, pues toda la gente quería ayudar. No tienen idea del heroísmo y de la fidelidad de la gente de Estados Unidos ante esa guerra.
Mi marido estaba haciendo el doctorado en la Universidad de Maryland, se graduó previamente en Cornell. Vivíamos en Baltimore como referí antes. Así que veníamos desde Baltimore en la Greyhound –que siempre se dañaba a mitad del camino– porque durante la guerra no se podía comprar un automóvil: todo estaba paralizado, no hacían nada, todo era la guerra.
Mi marido se levantaba a las cinco de la mañana para llegar a la Universidad de Maryland a las ocho. Un día yo fui a pasar el día en la universidad, y el profesor que era el mentor de mi marido, me preguntó si yo tenía un diploma universitario. Le dije que sí y me dijo que fuera a solicitar un trabajo allí. Le dije que tenía experiencia como profesora, entonces me preguntó si podría enseñar español. Le dije que sí y me dijo que aplicara. Mi marido me animó también. Necesitaban a profesores en la universidad; pues, al terminar la guerra,
a todos los soldados les dieron becas para asistir a la universidad y formarles. Sin embargo, me ofrecieron poco dinero. Yo, que venía de las oficinas de laboratorio y que nos pagaban un buen sueldo, le dije al mentor de mi marido: “Señor, yo no trabajo por ese dinero. Eso no vale la pena”.
Antes de empezar el año académico me mando a decir que habían subido el sueldo. Entonces me decidí a ir. Me entregaron una gramática de español y me mandaron a un salón lleno de soldados que me doblaban la edad. Yo tenía miedo, era jovencita, me acababa de casar. Al principio no fue fácil enseñar, de hecho, en las primeras no tuve éxito, pero mi marido me apoyó y me dio consejos. Y me convertí en una buena maestra.
Después de esto, ¿usted siguió estudiando en la Universidad de Maryland?
Entonces, a la vez que yo enseñaba, me ofrecieron continuar mis estudios graduados y yo estudié el máster y luego, el doctorado. Eso fue determinante en mi vida.
Por aquel entonces, cuando salía de una de las oficinas del edificio de lenguas, conocí a la mujer de Juan Ramón Jiménez: Zenobia Camprubí (“de Jiménez”, como me dijo entonces). Hablamos por un rato y me dijo que su marido: Juan Ramón Jiménez, estaba dando cursos de doctorado en la
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ANIMAL DE FONDO
Universidad. Yo pensé, “Dios mío tú me habías destinado aquí para que conociera a Juan Ramón Jiménez”. Él es el poeta más grande del siglo XX y yo había aprendido a leer con sus poemas cuando era niña y estuve en la escuela en Cuba y Puerto Rico.
En Puerto Rico, yo tenía familia por parte de padre; y una de mis tías, que era maestra, me animó a solicitar una beca para estudiar en una escuela estadounidense, que fue cuando me fui a Vermont.
Entonces usted conoció la poesía de Juan Ramón Jiménez y luego al poeta en persona, ¿cómo se dio ese encuentro?
Tengo que decir que mi padre era ciudadano americano, nacido en Puerto Rico, era bilingüe y tenía un gran comercio, era contable pero también trabajaba en el teatro y doblaba películas. Así que le dieron un empleo para ir a México. Allí conoció a mi mamá y se casaron. Con la Revolución mexicana, se mudaron a Cuba y allí nací yo. Cuba era preciosa.
Yo asistí a la escuela allí. En primer y segundo grado había que estudiar poesía: Darío, Jiménez y Martí. Yo me aprendía la poesía y me decían que la recitaba bien. Pero la poesía que a mí más me gustaba era la de Juan Ramón Jiménez. Me encantaba, me sabía toda su poesía.
Después, en Cuba hubo un ciclón con el que perdimos todo lo que teníamos. El director de la escuela en Cuba me preguntó si era ciudadana estadounidense. Le dije que sí y me dijo: “Ustedes no tienen que quedarse aquí, se pueden ir”. Salimos en un barco con otra familia y nos llevaron a Puerto Rico.
En la isla, no sabía que yo me encontraría por primera vez con Juan Ramón Jiménez, pues coincidió que él vino a visitar la escuela (Juan Ramón estuvo allí un tiempo durante su exilio). Estuvo en el salón de clases donde yo estaba y allí recitábamos sus poemas. Yo no podía creerlo. Siendo una niña, ya su figura se me imponía. Estuve muy nerviosa ese día, casi incapaz de articular palabra.
Ocurrió así: en Puerto Rico, yo tendría que haber estado en la High School y un día la maestra nos dio a leer todo lo que yo ya había leído de Juan Ramón en Cuba. Al otro día, Juan Ramón entra en el salón de clase. Yo lo reconocí enseguida. Vino el señor, se sentó en frente de mi pupitre y entonces, la maestra dijo: “Este es el autor de Platero y yo”. Yo no pude abrir la boca. Por la noche le dieron una gran recepción, y yo no, seguía sin poder abrir la boca. Yo quería llorar pero no me atrevía porque estaba parado enfrente de mí.
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Después, cuando vine a la Universidad de Maryland para trabajar y estudiar, resultó que Juan Ramón Jiménez y su mujer eran profesores. Ellos vivían cerca de mi casa, en Riverdale. Yo le conté a Juan Ramón Jiménez toda mi trayectoria y lo que sabía de él y cuándo habíamos coincidido. Me matriculé en todos sus cursos. Allí comenzó la amistad.
Zenobia me dijo: “¿Por qué no vas a casa? Aquí él está dando la clase pero en casa tú podrías venir por las tardes”. Empecé a ir los martes y jueves. De esta manera, Zenobia también podía ir a Washington a ver a sus amistades y asistir a diferentes organizaciones mientras yo estaba con él. Hablábamos de literatura y me ayudaba con las clases. Aquí entonces no había estudios de literatura hispanoamericana, tenían lo que llamaban literatura gauchesca, literatura indigenista. Estos eran los cursos que se daban. Entonces yo quería hacer una tesis sobre la literatura hispanoamericana y Juan Ramón me dijo que me ayudaba. Así
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que durante el año académico yo iba martes y jueves a su casa ya que enseñábamos los mismos días: lunes, miércoles y viernes.
Como persona, ¿qué es lo que más recuerda de Juan Ramón Jiménez? ¿Cómo era él?
Era una persona normal, muy sensible, pero no sé cómo decirlo, ¡cuánto aprendí de él! Te hablaba del mundo, te hablaba de las literaturas del mundo entero. Yo creo que es el poeta más representativo del siglo XX. Juan Ramón escribió poesía amorosa sensual, sensualísima. Cuando conoció a Zenobia que era una mujer graciosísima, bilingüe, muy activa, se enamoró de ella. Su poesía cambió entonces, y se dedicó a la búsqueda de la “poesía desnuda”. Desde entonces, Zenobia fue toda su poesía.
Zenobia Camprubí tenía descendientes americanos, italianos y puertorriqueños y vivieron muy bien, con temporadas en el estado de Nueva York. Como su padre era un ingeniero español, volvió a España y ahí conoció a Juan Ramón. Él ya estaba viviendo en una residencia de estudiantes. Zenobia se enamoró de Juan Ramón, pero la madre no quería que se casara con él cuando tenía otros pretendientes prestigiosos. No obstante, vinieron a Nueva York y se casaron, creo que aquí no necesitaban el permiso.
¿Y el rol de él como maestro? Usted dice que se aprendía muchísimo con Juan Ramón Jiménez, ¿Qué características tenía él como maestro?
Él conocía la poesía del mundo entero. Entonces nosotros no teníamos un edificio propio en la universidad, dábamos clases en Francis Scott Key, ese era para las lenguas, y en el tercer piso estaban las oficinas. Él nunca usaba la pizarra, sacaba la silla de enfrente de la mesa, la acercaba y se sentaba enfrente de nosotros. Nos daba cursos sobre la poesía femenina hispanoamericana, sobre el modernismo, y te relacionaba todo.
Juan Ramón se parecía a uno de los hombres del cuadro “El entierro del Conde de Ordaz”, un retrato famoso español, y “El caballero de la mano en el pecho”. No era muy alto, era delgado, siempre estaba bien vestido y vestía de negro... chaleco, corbata ancha, pelo gris, siempre pulcro. Y siempre me pareció el hombre de estos cuadros, un caballero español como el Quijote. Siempre pienso, qué suerte haberme encontrado a este hombre en mi vida, era generoso. A veces también me regañaba. Si me entretenía, Juan Ramón me regañaba por llegar tarde y estar perdiendo el tiempo.
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¿Y llegó Juan Ramón a dirigir su tesis?
Él me ayudó con el trabajo de máster. Yo escribí sobre un escritor hispanoamericano y Juan Ramón me puso en contacto con él.
Un día le dije, “Quiero hacer la tesis del doctorado sobre usted”. Y me dijo, “Muy bien, pero nada de ponerme por los cielos. Usted sea justa”. Aún tengo la carta que me escribió diciéndome cómo debería ser. Yo sabía mucho de él porque él me contaba de su vida, me pasaba las tardes en su casa. Aunque yo no escribía enfrente de él, pero cuando llegaba a casa escribía todo lo que él me había dicho para que no se me olvidara. Él quería que escribiera una cosa justa, sin alabanzas ni engrandecimientos. Él me dirigió la tesis que hice sobre él: “Vida y obra de Juan Ramón Jiménez”, pero no estaba cuando la defendí.
Ellos vivían aquí y entonces ellos fueron a la Argentina. Él era un hombre depresivo y a menudo estaba en el hospital. Yo también lo iba a ver al hospital. Y recuerdo que una vez lo invité a comer a mi casa. Mi marido como no hablaba español, estuvo hablando con Zenobia en inglés; a la vez, yo hablaba en español con Juan Ramón.
Nos interesa mucho el papel que usted jugó en el Departamento, pero también su espacio como mujer en la Academia de esos años. ¿Cómo fue ese tiempo?
Las mujeres que trabajaban ahí eran mujeres esposas de doctores, mujeres que tenían medios. Qué buenas fueron, cómo me empujaban y cuando yo hacía algo porque me parecía que era necesario, ellas me decían qué hacer para establecer los cursos y poder levantar el departamento. Eran extraordinarias, y el jefe del departamento me permitía hacerlo.
El departamento no era de literatura hispanoamericana, pero eso fue cambiando. Cuando se enteraron en Washington, que nosotros teníamos un programa completo de literatura hispanoamericana, cada vez que venía un escritor famoso a la ciudad, me llamaban. Me acuerdo cuando vino Borges me llamaron y me dijeron: “Mira Graciela tengo a Borges aquí y tengo un programa para todos los días excepto para el primero”. Le dije que lo trajera sin pedir permiso a nadie. Fui a donde todos los profesores de español y les dije: “Denle de asignación a sus estudiantes leer una obra de Borges”. Llevé a otros profesores y a los estudiantes graduados. Borges todavía veía. Estuvo aquí desde las once de la mañana a las seis de la tarde, fue a tres clases de español y lo invité a un salón que había cogido en la biblioteca McKeldin e invité a otras clases de español. Un estudiante le hizo una pregunta sobre Edgar Allan Poe y nos dio una conferencia de una hora sobre Edgar Allan Poe sin pagarle un centavo. Por la noche lo invitaron a la embajada argentina. Luego, vino Borges
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por segunda vez a Washington cuando ya estaba casado. Mi hermano era director de un departamento en la Biblioteca del Congreso, me llamó y me dijo que fuera a la conferencia. Salimos de la conferencia y él estaba con esta mujer con quien se había casado y ella me preguntó por un lugar para almorzar. Yo les dije que los invitaba. Fuimos Borges, ella y dos o tres personas más. En otra ocasión que también vino y estuvimos celebrando en la universidad, facilité a una de las estudiantes que iba a hacer una tesis sobre él, que se sentara a almorzar con él.
En otra ocasión vino Dámaso Alonso, yo lo llevé a ver la casa de Juan Ramón. Dámaso era muy sencillo. Vinieron mujeres como Ana María Matute, vino Carmen Laforet, Octavio Paz un par de veces... A toda esta gente yo la llevé a la Universidad de Maryland sin que me cobraran un centavo... Vinieron todos los grandes.
Si era difícil entonces para una mujer latinoamericana entrar en la Academia, ¿cuán difícil era para la Literatura Latinoamericana entrar en la Academia?
Muy difícil, la literatura latinoamericana no estaba valorada en aquel entonces. Daban cursos de peninsular y un curso de literatura gauchesca y literatura indigenista y nadie
los cogía. Me dijeron que por qué no ofrecía yo otros cursos, los empecé a organizar y los estudiantes empezaron a cursarlos. Así hasta que tuvimos un programa completo y yo era la única que los enseñaba. Era un placer enseñar, los estudiantes son como hijos de uno, queridísimos.
Yo lo disfruté inmensamente y el jefe del departamento que también era mi vecino, conocía bien a mi marido, me dejaba hacer cualquier cosa que le dijera. Y los mayores me decían lo que tenía que hacer para que eso se hiciera oficial. Yo a veces no me daba cuenta de lo que estaba haciendo, para decir la verdad, me divertí muchísimo.
¿Cuál era la respuesta de los estudiantes de entonces?
Como la Universidad no estaba muy organizada, cuando venía una persona famosa yo compraba refrescos y en el salón había una mesa. Los estudiantes venían a ayudarme a poner la mesa. Yo traía los platos, la comida y todo y ellos me ayudaban a servirla, a limpiar. Las niñas entonces se vestían con faldita plisada y suéteres mellizos. Los varones se vestían con corbata, camisa blanca y pantalones. Esos estudiantes, ¡qué maravilla de estudiantes!, me ayudaban en todo lo que había que hacer, ¡qué queridísimos estudiantes!
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En el Departamento de Español se le recuerda con mucho cariño, por toda su dedicación y porque el Departamento siempre era lo primero para usted.
Cuando nos iban a dar el edificio de lenguas, tramité todo el proceso para que le dieran el nombre de Juan Ramón Jiménez. Tuve que conseguir autorizaciones y me
dieron el permiso. Lo recuerdo como algo muy bonito, (al igual que cuando propuse al escritor para el premio Nobel).
A mí me conmovió cuando en el departamento, me celebraron los noventa años. Eyda Merediz fue quien organizó la celebración y homenaje. Y cuando puedo, intento acercarme todavía a algún evento.
Yo me paso la vida dándole gracias a Dios, I loved my work, I loved it. Todo me vino por casualidad, pero yo nací para eso.
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Publicado por ANIMAL DE FONDO
Revista de estudiantes graduados Departamento de Español y Portugués School of Languages, Literatures, and Cultures University of Maryland, College Park 

"Soy animal de fondo" de Juan Ramón Jiménez: un análisis de sus símbolos




"Soy animal de fondo": Éstasis Poético Juanramoniano
 
Por Antonio Requejo Número 33
IntroducciónEn el verano de 1948, el poeta andaluz Juan Ramón Jiménez, con 67 años de edad y durante un viaje por barco de Argentina a los Estados Unidos de América, donde radica desde 1936 a causa de la Guerra Civil española, goza una experiencia mística que lo llevará a definirse como "animal de fondo". El reencuentro con la perdida cotidianidad del idioma materno, aunado a la travesía por mar, uno de sus símbolos más queridos, provocaron en él, quizá, esa vivencia por tanto tiempo anhelada.
El poeta escribe e inmortaliza ese momento de éxtasis en una serie de 29 poemas que en esencia cantan a lo mismo: a un estado de gracia alcanzado. 
En 1949, las poesías son reunidas en un libro publicado en la ciudad de Buenos Aires por la editorial Pleamar. El poema que figura en el último lugar de la serie lleva por título "Soy animal de fondo", casi tomado al pie para nombrar el libro: Animal de fondo. También, durante ese año, aparece la Tercera Antolojía de la obra de Juan Ramón Jiménez, donde el mismo libro antes mencionado ahora se presenta como Dios deseado y deseante, conteniendo dos partes: la primera, "Animal de fondo" y la segunda, "Dios deseado y deseante", conformada ésta por siete poemas, donde el tono y carácter sufren una modificación que los hace hablar con añoranza de aquel estado del alma en algún instante logrado. 
Animal de fondo es un libro místico donde el autor, después de un afanoso recorrido al interior de su segunda etapa poética accede -afirma el crítico Antonio Sánchez-Barbudo- a la culminación de "su tema central: la aspiración a la eternidad"1.
"Soy animal de fondo" es un poema que refleja la honda religiosidad de Juan Ramón Jiménez. Una religiosidad distinta a la ortodoxa, aquélla que a sus ojos se juzga como un lejano consuelo de nuestras carencias. La de Juan Ramón es diferente, nace de un ideal religioso personal que debe ser coherente con la real vocación de cada persona: "un concepto más humano -señala el poeta español-, y también más divino, ya que cumpliendo nuestra vocación adquirimos conciencia de Dios en la verdad y en la belleza."2. Él, entonces, como poeta, ejerce su premisa sobre la religiosidad desde, para y hacia la poesía.
SOY ANIMAL DE FONDO
Juan Ramón Jiménez
"En el fondo de aire" (dije) "estoy",(dije) "
soy animal de fondo de aire" (sobre tierra),
ahora sobre mar; pasado, como el aire, por un sol
que es carbón allá arriba, mi fuera, y me ilumina
con su carbón el ámbito segundo destinado.

Pero tú, dios, también estás en este fondo
y a esta luz ves, venida de otro astro;
tú estás y eres
lo grande y lo pequeño que yo soy,
en una proporción que es ésta mía,
infinita hacia un fondoque es el pozo sagrado de mí mismo.

Y en este pozo estabas antes tú
con la flor, con la golondrina, el toro
y el agua; con la aurora
en un llegar carmín de vida renovada;
con el poniente, en un huir de oro de gloria.
En este pozo diario estabas tú conmigo,
conmigo niño, jóven, mayor, y yo me ahogaba
sin saberte, me ahogaba sin pensar en ti.
Este pozo que era, sólo y nada más ni menos,
que el centro de la tierra y de su vida. 

Y tú eras en el pozo májico el destino
de todos los destinos de la sensualidad hermosa
que sabe que el gozar en plenitud
de conciencia amadora,
es la virtud mayor que nos trasciende

Lo eras para hacerme pensar que tú eras tú,
para hacerme sentir que yo era tú,
para hacerme gozar que tú eras yo,
para hacerme gritar que yo era yo
en el fondo de aire en donde estoy,
donde soy animal de fondo de aire
con alas que no vuelan en el aire,
que vuelan en la luz de la conciencia
mayor que todo el sueño
de eternidades e infinitos

que están después, sin más que ahora yo, del aire.
En esa singular religiosidad se asienta el misticismo al que Juan Ramón Jiménez desembocará en la fase última de su poesía. Un misticismo que en esencia se concibe en la identificación de su conciencia (quien percibe), con el objeto percibido (el mundo, lo bello) transfigurado. El mismo Sánchez-Barbudo notifica que el misticismo juanramoniano sostiene una peculiaridad que lo disitingue de otros: hay un apetito del mundo (el dios deseante) hacia el yo del poeta (dios deseado). Ambos dioses, mundo y alma, se comunican, son unidad, mas la conciencia de Juan Ramón Jiménez no se disuelve en la fusión divina, sino que se mantiene conciente.3 Es una suerte de misticismo del espíritu, hacia afuera y de visión unificante. Una especie de misticismo panteísta.
En 1956, con veinte años de destierro y una obra poética de primer orden, Juan Ramón Jiménez es galardonado con el Premio Nobel de Literatura, lo que también significó un reconocimiento y un homenaje a la España en el exilio.
AnálisisEl poema "Soy animal de fondo" es parte de un todo poético. Incluso, para el profesor y ensayista Ramón Xirau, el conjunto de 36 poemas del libro Dios deseado y deseante conforman un solo y largo poema. Como tal, como parte de un solo universo, el poema contiene las mismas características que muestran todos estos poemas: escritura en verso libre, en diversas medidas con predominio en siete y 11, rimas asonantes y versos pareados.
En sí, "Soy animal de fondo" es un poema símbolo construido por una variedad de símbolos. Desde sus inicios, Juan Ramón Jiménez adhirió a la corriente poética conocida como Simbolismo, y para explicar lo que ello significa él partía de una diferenciación con el Parnasianismo, al que definía como la precisión bella de lo objetivo. De manera similar, el simbolismo busca la bella precisión, pero ahora de lo subjetivo. Es decir, la difícil y paradójica tarea de precisar lo impreciso, y para Juan Ramón, la única manera de precisar en una bella imagen lo impreciso, es el proceder por medio de símbolos, relaciones o correspondencias entre las cosas. Correspondencias entre lo subjetivo y lo objetivo, entre lo invisible y lo visible, entre la vida interior y la exterior. Así, para el crítico Ceferino Santos-Escudero, el tema central del último Juan Ramón Jiménez es el estableciemiento de una correspondencia entre lo natural y humano con lo divino4.
Para el poeta, los antecedentes del simbolismo se encuentran en la misma España, en su poesía arábigo- andaluza, en sus sencillos y enormes poetas con fondus animae, San Juan de la Cruz y Fray Luis de León "que procedían por símiles, por alrededores, por aproximaciones"; en el romántico Bécquer, hasta llegar, incluso, hasta los hermanos Manuel y Antonio Machado y Miguel de Unamuno, a quienes cataloga de simbolistas precoces en el horizonte literario hispano de inicios de siglo.
Para acercarme al entendimiento de lo que un símbolo es, tomo la definición del francés Paul Ricoeur: "Llamo símbolo a toda estructura de significación en la que el sentido directo, primario y literal designa, por añadidura, otro sentido indirecto, secundario y figurado, que no se puede captar sino a través del primero"5. Santos-Escudero, después de interrogar textos de connotados representantes de la filosofía, la religión, el psicoanálisis y el arte, llega a la conclusión de que existe una coincidencia en cómo se interpreta el símbolo en estas disciplinas. Éste, en sí mismo, guarda una doble significación posible que no induce hacia al equívoco, sino que aporta un creciente sentido conducente "al descubrimiento de capas más profundas de la realidad, ya sea ésta religiosa o subconsciente, artística, metafísica o moral"6.
En la primera etapa de la poesía de Juan Ramón Jiménez, los símbolos funcionan para manifestar su interioridad elegante y melancólica, son símbolos líricos y estéticos; en su poesía última, los utiliza como vehículo para manifestar una conciencia total y divina, un dios dentro y fuera de él; son símbolos místicos.
En el libro Dios deseado y deseante, aparecen 25 símbolos principales, mediante los cuales Juan Ramón Jiménez nos aproxima a su dios. Proceden de elementos cósmicos o de la naturaleza, de seres animados, de características humanas, o bien, son artificiales. De los 25, diez se entretejen en el poema "Soy animal de fondo", y son: el ave, los elementos primordiales, el mar, el sol y la luz, el pozo, la flor, los puntos cardinales, los colores, el niño y, por último, el centro.
Con la idea de establecer condiciones que permitan una interpretación más rica del poema, a continuación expongo lo que estos símbolos representan a lo largo de las tres etapas poéticas de Juan Ramón Jiménez7, presentados de acuerdo con la ordenación que guardan al interior del poema tratado.
Ave
Un símbolo polivalente en Juan Ramón que se identifica con todo lo bello. En la primera etapa significa alegría, remedio de tristezas, salvación por el canto y asociación canto-poema. En la segunda, el ave simboliza el trino en la breve primavera, en la rosa, en el arroyo, en el amor. Es identificación del alma del poeta con alas en vuelo, aunque también existe el ave nocturna de pensamientos deprimentes y el aguilucho de la muerte. En la tercera etapa, el ave remite al fondo de aire para el vuelo interior y exterior del poeta. Es la conciencia en el aire sutil y misterioso, a la vez, adentro y afuera del hombre. Es ascensión de dios dentro del poeta y ascensión del poeta hacia afuera, en dios.

Los elementos primordiales
En su primera época, el poeta andaluz estimaba un papel preponderante de los cuatro elementos fundamentales del cosmos, pero con ciertas limitaciones. En la segunda, considera la posibilidad de transformarse y revivir, como lo hacen los elementos desde su sustancia elemental eterna y fusiona su yo con el mundo de los elementos. En su tercera época, el dios juanramoniano se devela a través de los elementos primordiales que quedan unidos mediante el amor.

Mar
Es otro símbolo juanramoniano con varias significaciones. El mar es centro de su vida: en 1881 nace en el pueblo Moguer, junto al mar; en 1916 viaja por barco a los Estados Unidos de América para contraer matrimonio; durante 1936, el gobierno de la República Española lo designa asesor cultural en la embajada de ese mismo país americano, al cual se desplaza, otra vez, por barco; en 1948 reencuentra el idioma castellano y el mar en un viaje hacia la Argentina; y en 1958 fallece en la caribeña isla de Puerto Rico. Asimismo, también es centro de su poesía: considera su poesía un mar de belleza, íntimamente se identifica con el mar y lo asocia a sus renovaciones poéticas. El mar simboliza la poesía abierta y permanencia en el cambio.

En la primera etapa, representa plenitud, fortaleza y eternidad. El poeta anhela aprender del mar una lección metafísica. En la segunda, el mar es el camino del alma. Todo viaje por mar es un viaje espiritual. El mar tiene fondo y representa la patria única y universal para el Juan Ramón desterrado. En la tercera, el mar es un todo único. Unión del yo del poeta que desea a dios, y de dios que desea al yo del poeta en una asociación lírico-panteísta.
Sol y luz
El sol es una referencia universal a lo divino. Se asocia al fuego, a la llama y a la luz. Es un símbolo religioso y arquetípico de la humanidad.

Durante la primera etapa, el sol simboliza la serenidad del alma y la lírica del poeta. En la segunda, el sol aparece como lucidez del intelecto o pensamiento iluminado. En la tercera, el sol aparece como dios: realidad interna y externa del poeta, conciencia iluminada, gozo de éxtasis y revelación.
Pozo
Simboliza un proceso de profundización, mas sin embargo es un proceso paradójico: a mayor descenso corresponde mayor ascenso; a más oscuridad, más iluminación; a mayor entierro, más aire; a mayor interioridad, más exterioridad. 

En la segunda etapa, el pozo es un laberinto quieto y mágico, es el interior encantado del poeta. En la tercera, el pozo es el centro del mundo y lo divino. Es la interioridad mágico-paradójica de Juan Ramón.
Flor
La flor es un símbolo dentro del mundo de lo vegetal, en el que Juan Ramón encuentra indicadores de su particular concepto de la divinidad. Es un símbolo polisémico, ya que significa: el misterio del universo y de la vida, la mujer como flor ambigua, la conciencia del poeta que florece, la eternidad, la perfección, la belleza y el amor.

En la primera fase se muestra como una representación del carácter efímero y pasajero de la vida. En su segunda época, la flor fue símbolo del amor, que se abre al sol y pasa a ser significación de lo esencial y perdurable. En la tercera, la flor del amor y eterna, cobra una densidad metafísica para exaltar el encuentro místico del hombre con su dios.
Puntos cardinales
En la primera parte de su obra, el poeta se ubica entre los puntos cardinales que cercan su alma para expresar su desorientación y extravío. Añade a un mundo exterior amplio y monótono, su monotonía interna. En la segunda, muestra una visión más integrada de los puntos cardinales, que relacionados con el centro, dejan de ser puntos cardinales de horizontes sin rumbo para convertirse en puntos de orientación y de renacimiento. En el último Juan Ramón, los puntos cardinales se asocian con lo divino en cuanto que conforman una totalidad del dios deseado y el yo del poeta, que, con una conciencia abarcadora, obtiene las cualidades de esos mismos puntos cósmicos.

Colores
Desde siempre, en la poesía de Juan Ramón Jiménez, lo interno y externo del poeta se pintan de colores reales o simbólicos. En su tercera época, el dios juanramoniano es quinta esencia de colores y síntesis de tonalidades y bellos matices, donde los colores divinos también pertenecen a la belleza y al poeta lírico, identificación trina que termina formando una trinidad poética, propia de un misticismo panteísta y unificador.

Niño
En sus comienzos hay una identificación con el niñodios cristiano e inicia una búsqueda de identificación progresiva del niño poeta hacia lo divino. El niño para Juan Ramón Jiménez representa el símbolo de lo eterno: "El mejor símbolo de la eternidad es el 'presente' del niño." Después, el poeta es un niño grande que se figura a sí mismo como un soñador de la divinidad. Al final, Juan Ramón es, otra vez como en su infancia, un niñodios, pero ahora figurado como un niño último.

Centro
El centro es el lugar sagrado donde se manifiesta la divinidad. Donde estos sitios se proclaman como tales, se convierten en microcosmos, en corazón del universo. Son, también, imágenes arquetípicas, eje del mundo. 

En su segunda etapa, el poeta comienza a convertirse en centro de todo. La mujer amada se considera como centro del mundo y también el centro figura como un nido. En la tercera, es símbolo de la conciencia del poeta, centro de su ser, centro de la vida del dios juanramoniano. El yo, dios y el centro cósmico se fusionan en el misticismo lírico de Juan Ramón Jiménez.
Sobre la poesía última de Juan Ramón, el poeta y ensayista Octavio Paz afirma: "Son composiciones no demasiado breves, traspasadas por un arrebato de naturalismo religioso: el mundo, transfigurado pero real, aparece, al fin, convertido en presencia trasparente por la perfecta fusión de la palabra, la emoción y el pensamiento"8.
InterpretaciónEn el poema "Soy animal de fondo", Juan Ramón Jiménez expresa fundamentalmente dos vivencias: una, su particular experiencia de estado de éxtasis en un instante alcanzado, que para él significa la fusión de su conciencia personal con una conciencia final; y dos, la significación de ese momento, además, como un hallazgo, un encuentro larga e intensamente anhelado por mucho tiempo. Es el cumplimiento bello, poético y trasparente de una ansiada búsqueda.
Así, considero que el poema se mueve básicamente en el tiempo presente, pero a la vez, retoma ideas e imágenes del pasado que se consolidan en ese precioso instante, porque el pasado deviene en un futuro. Por ello no causa extrañeza que los primeros versos del poema inicial ("La trasparencia, Dios, la trasparencia") del libro Dios deseado y deseante, de igual forma que los últimos del poema último ("Estás cayendo siempre hasta mi imán") se fragüen en ideas similares: "Dios del venir..."9 y "... caminante y camino a fuerza de pasado, a fuerza de presente, a fuerza de futuro"10. Entre estos poemas se "alijera" el llamado "Soy animal de fondo", también poema de la plena totalidad. 
En el párrafo anterior se mencionó la palabra "forma", cara a Juan Ramón Jiménez. Al respecto, Ramón Xirau hace notar que para entender al poeta andaluz es de primordial importancia atender a una idea que éste expresó en 1903: "En literatura, además de la esencia de las cosas ¾de lo que suele llamarse fondo¾ y además de la forma, hay una esencia, un fondo de esa misma forma, que es, a mi modo de ver, uno de los más interesantes encantos de la estética"11 "Soy animal de fondo" también se inscribe en esa búsqueda personal y poética al interior de la obra juanramoniana.
"Soy animal de fondo" es el título elegido por el autor, y en él encontramos una afirmación de su condición humana y poética. Sin embargo, es una afirmación que se nos presenta de manera ambigua, como se lee posteriormente en los dos versos iniciales de la primera estrofa. En ellos, el poeta sostiene dos declaraciones que amplían la pronunciada en el título: 
"En fondo de aire" (dije) "estoy"
(dije) "soy animal de fondo de aire" (sobre tierra),
ahora sobre mar; pasado, como el aire, por un sol
que es carbón allá arriba, mi fuera, y me ilumina
con su carbón el ámbito segundo destinado12.

El fondo de aire significa el elemento en el que el poeta está inmerso, como se observa en otros poemas del mismo libro:
Todas las nubes...
ellas son para mí
la afirmación alzada de este hondo
fondo de aire en que yo vivo;...13

Pero también es un hálito fundamental que lo dota de existencia, porque a sí mismo se dice, convencido, que eso es. El aire es lo externo y, a la vez, es lo interno. Es una especie de útero universal concebido desde la propia conciencia del poeta o su ánima personal. Esta conjunción de aires, el de fuera y el de dentro, significan la trasparencia. Trasparencia porque el poeta, mecido en un devenir marino es "pasado, como el aire, por un sol" que ilumina ambos y todos los ámbitos.
El mar es también fondo, fondo de agua, fondo de conciencia, como afirma en otro poema de la serie:
Conciencia de hondo azul del día, hoy
concentración de trasparencia azul...
Mañana de verdad en fondo de aire
(cielo del agua fondo
de otro vivir aún en inmanencia)...14

Conciencia que se irá revelando en un ir y venir del oleaje del poema, tiempo sucesivo de sucesiones, característica ésta, señalada en otros poemas del mismo libro:

Va y ven, el movimiento
de lo eterno que vuelve, en ello mismo
y en uno mismo...15

El poema comienza en un presente donde la conciencia del poeta reflexiona y se descubre. En la segunda estrofa, sigue manteniendo dicha tónica y encuentra nuevas evidencias intuidas. El poeta se sabe en una soledad acompañada porque recibe la evidencia de que dios también habita en ese fondo, y al igual que sucede con el poeta en la estrofa primera, en la que dice "estoy" y "soy", dios también está y es. A partir del primer verso de esta segunda estrofa, todo el poema toma el giro de un diálogo-monólogo del poeta con su dios. De ahora en adelante, el poema trascurre en esa dirección, el de una confesión interna y profunda del poeta ante su propio yo y su divinidad.
Pero es un dios que se manifiesta por la trasparencia y que es, como se observa en el primer poema del libro:
...esencia, eres conciencia...
con forma suma de conciencia
que la esencia es lo sumo,
es la forma suprema conseguible,
y tu esencia está en mí, como mi forma16.

Así, ese dios que es "lo grande y lo pequeño que yo soy" y que reside en el "pozo sagrado de mí mismo" es, a un mismo tiempo, esencia, conciencia y forma. 
Mas para Juan Ramón era una esencia que se escabullía, que no podía ser aprehendida, hasta que la experiencia mística le revela que siempre había estado ahí, como hace constatar en la tercera estrofa:
Y en este pozo estabas antes tú
con la flor, con la golondrina, el toro
y el agua;...

Es decir, en la patente belleza de lo cotidiano, de la que el sol también es personaje de la plenitud, como centro de "los cuatro puntos inmortales"17, y sus colores:
...con la aurora
en un llegar carmín de vida renovada;
con el poniente, en un huir de oro de gloria.

A la imajen del paso del día le sigue, como reflejo, la imajen del paso del hombre:
En este pozo diario estabas tú conmigo,
conmigo niño, joven, mayor, y yo me ahogaba
sin saberte, me ahogaba sin pensar en ti.

Y el pozo era el centro, "La fruta de mi flor... dios deseado y deseante... envoltura de mi centro, de ti dentro"18 el espacio sagrado. "Y lo fundamentalmente sagrado en la poesía de Juan Ramón Jiménez ¾escribe Xirau¾ puede reducirse a tres palabras: el Poeta, el Poema, la Obra."19 Y así se lee en el poema "Río-mar-desierto":
...por ti mi fondo de animal de aire se hace
más igual; y la imajen
de mi devenir fiel a la belleza...
la imajen de mi obra en dios final...20

En la cuarta estrofa de "Soy animal de fondo", del pozo mágico aparece la "sensualidad hermosa que sabe que el gozar en plenitud de conciencia amadora, es la mayor virtud que nos trasciende". 
...el amor que es la forma
total y única
del elemento natural, que es elemento
del todo, el para siempre;...
con la sustancia toda
(y con toda la esencia)...
de quien, como yo ahora, todo, en luz, lo sabe21.

El poema "Soy animal de fondo" describe un devenir de imágenes que se reflejan unas a otras, es un tejido de correspondencias entre las esencias y las formas, un va y ven de estados de conciencia del interior hacia el exterior y viceversa, un juego de símbolos que sólo se explican y esclarecen por medio de otros símbolos. Es una vía mística que navega en fondos que transitan de la iluminación a la unidad absoluta sin disolución de la personalidad, donde el poeta al final, regresando a un presente, es:
... animal de fondo de aire 
con alas que no vuelan en el aire, 
que vuelan en la luz de la conciencia
mayor que todo el sueño
de eternidades e infinitos
que están después, sin más que ahora yo, del aire.

Un éstasis revivido por la experiencia estética de la poesía.
ConclusiónEl poema "Soy animal de fondo" es, en sí, un símbolo conformado por las analogías e interacciones de un grupo de símbolos. El fondo es aire que es mar que es fondo de agua que es sol que es dios que es fondo que es luz que es conciencia que es pozo que es flor que es aurora que es poniente que es oro niño, joven, mayor que es centro pleno de conciencia amadora que es tú y es yo en fondo de aire con alas que vuelan en la luz de la conciencia mayor. Son una serie de correspondencias poéticas que apuntan a expresar lo inefable de una vivencia mística cuyo significado último es la trasparencia.
El poema, así también, es un símbolo del poeta que es un animal de fondo de aire interno y externo. Es la conciencia de un animal de fondo manifestada en pensamiento, emociones y palabras que desembocan en el fondo de la claridad de la página en blanco, también fondo de aire donde se desarrolla en forma, fondo y fondo de la forma el poema. Poema escrito en la página que fusiona, también, por medio del entramado de símbolos, los espacios de la letra y el papel para lograr trasmitir la sensación de trasparencia del hecho estético.
Los versos difíciles de "Soy animal de fondo", obra de un poeta mayor como lo es Juan Ramón Jiménez, muestran toda la trayectoria de su vocación poética, son puerto último de su mar, que para llegar a comprenderlos con mayor plenitud, exigen el conocimiento de su producción anterior, porque son consecuencia lógica de su conciente evolución y búsqueda: "Y pensé entonces -escribía Juan Ramón-que el camino hacia un dios era el mismo que cualquier camino vocativo, el mío de escritor poético, en este caso; que todo mi avance poético en la poesía era avance hacia dios, porque estaba creando un mundo del cual había de ser el fin un dios"22.

Notas:
1 Sánchez-Barbudo, Antonio, La segunda época de Juan Ramón Jiménez (1916-1953), Editorial Gredos, Biblioteca Románica Hispánica, Col. VII. "Campo Abierto", núm. 4, Madrid, 1962, pág. 15.
2 Íbid., pág. 219. Fragmento tomado de "Quemarnos del todo", quizá el último ensayo escrito por Juan Ramón Jiménez, publicado en julio de 1956 en la revista Centro de Buenos Aires.
3 Íbid., pág. 156.
4 Santos-Escudero, Ceferino, Símbolos y dios en el último Juan Ramón Jiménez, Biblioteca Románica Hispánica, Editorial Gredos, Col. II. "Estudios y Ensayos", núm. 232, Madrid, 1975, págs. 19-20.
5 Ricoeur, Paul, Le Conflit des interprétations, citado por Santos-Escudero, íbid., pág. 34.
6 Ídem.
7 El propio Juan Ramón Jiménez dividía su evolución poética en tres etapas: 1903-1909, 1910-1929 y 1930 hasta sus últimas obras; aunque también él mismo se encargó de modificarlas como consta en declaraciones, notas y escritos. Así, en su Prologuillo autobiográfico establece otras tres fases: 1896-1915, 1915-1936 y 1936-1955. Para Ramón Xirau, la obra del poeta andaluz queda considerada igualmente en tres épocas, pero ubicadas a partir de distintas obras y fechas: la primera de 1902 a 1915; la segunda, de 1917 a 1923; y la tercera, de 1946 a 1949. Antonio Sánchez-Barbudo considera la obra de Juan Ramón en dos épocas: 1900-1915 y 1916-1953; y en los estudios de Santos-Escudero se contemplan tres.
8 Antología de la poesía moderna en lengua española, Laurel, Editorial Trillas, "Linterna Mágica", 2ª edición, 2ª reimpresión, México, 1991, pág. 495.
9 Jiménez, Juan Ramón, Platero y yo * Trescientos poemas (1903-1953), 271 "La trasparencia, Dios, la trasparencia", Editorial Porrúa, S. A., "Sepan cuántos...", núm. 66, decimoctava edición, México, 1995, pág. 183.
10 Íbid., 299 "Estás cayendo siempre hasta mi imán", pág. 202.
11 Xirau, Ramón, Dos poetas y lo sagrado, Editorial Joaquín Mortiz, S.A., "Cuadernos de Joaquín Mortiz", México, 1980, pág. 36.
12 Jiménez, Juan Ramón, op. cit., 294 "Soy animal de fondo", pág. 199.
13 Íbid., 274 "Todas las nubes arden", pág. 186.
14 Íbid., 278 "Conciencia hoy azul", pág. 188.
15 Íbid., 283 "Esa órbita abierta", pág. 191.
16 Íbid., 271 "La trasparencia, Dios, la trasparencia", pág. 183.
17 Íbid., 277 "Al centro rayeante", pág. 187.
18 Íbid., 275 "La fruta de mi flor", pág. 186.19 Xirau, Ramón, op. cit., pág. 65.20 Jiménez, Juan Ramón, op. cit., 287 "Río-mar-desierto", pág. 194.21 Íbid., 273 "En mi tercero mar", pág. 184.22 Santos-Escudero, Ceferino, op. cit., pág. 446. Cita tomada de las notas de Juan Ramón Jiménez a su libro Animal de fondo.


Antonio Requejo del BlancoEscuela de Escritores "Ricardo Garibay", Sogem.

(Aqui el link para acceder directamente a este trabajo)

http://www.razonypalabra.org.mx/anteriores/n33/arequejo.html

Saturday, August 18, 2018

¿ "Qué se esconde tras el suicidio de Fidelito" y que se pude inferir de este triste y extraño suceso?






"Los factores que contribuyeron a que el científico estuviera atravesando por la grave crisis que lo impulsó a tomar tamaña decisión deben ser múltiples. Cuánto secreto, cuánta intriga, cuánta mentira debió conocer a lo largo de estos sesenta y nueve años. No se puede obviar que su mundo estaba conformado por dos concepciones muy diferentes de ver la vida y la sociedad, los Castro y los Díaz-Balart.”

Olga Jeffrey
sábado 18 de agosto del 2018
Comparto esta ultima tesis de Pedro Acosta, autor del artículo, e incluso voy mas allá y pienso que las profundas contradicciones dentro de la familia de Fidel desde un inicio han jugado un rol importante y hasta decisivo en muchos acontecimientos de la historia reciente de Cuba. Ese hombre que llegó al poder en 1959 empezó por destruir, dividir, odiar e incluso( he escuchado anécdotas) fusilar a miembros de su propia familia. Recordemos que ya en 1964 la revista Life había publicado una entrevista a Juanita Castro quien denunciaba precisamente como su hermano había empezado por apropiarse de todos los bienes de la familia y disponer de ellos sin respeto alguno por el derecho del resto de los hermanos, y sobre todo en perjuicio de las hermanas (digamos que machismo de por medio, los hombres se “empoderaron" en detrimento de las mujeres de la familia). Incluso, existen muchos misterios e intrigas acerca de los padres, hermanos de Fidel y sobre las relaciones complejas que hubo entre ellos, donde no parece que el amor y el afecto predominaran. Mas tarde, su esposa, Mirta Diaz Balart lo abandona, se divorcian y surgen muchos conflictos en torno a la patria potestad sobre “Fidelio”(de niño estuvo mucho tiempo alejado de su madre). Pienso, que estos antecedentes familiares negativos ofrecen una perspectiva biográfica muy lógica y válida para entender por qué todas las políticas de gobierno se fundaron precisamente en la separación familiar. Fidel Castro nunca tuvo una familia de verdad, siempre estuvo dividida y plagada de conflictos diversos ( sumémosles el hecho de que a su última esposa la mantuvo siempre en la oscuridad). En consecuencia, creo que esta historia familiar truculenta pudiera explicar en parte lo que significaron para la familia cubana las escuelas en el campo, la prohibición de relaciones con familiares que abandonaban el país, las locas campañas económicas que alejaban y separaban a esposos y otros familiares, la medida de enviar a los dirigentes políticos a ejercer funciones en lugares lejos de la familia para que así probaran "su adhesión incondicional a la causa revolucionaria” y también había que negar (y hasta denunciar) a parientes con creencias religiosas o con ideas opuestas a la política oficial imperante . En este sentido, el Che es el ejemplo mas elocuente al ser impuesto como modelo de héroe a imitar, el cual posee como uno de sus méritos mas destacados el haber abandonado a su familia, esposa y cuatro hijos para ir a pelear por un "mundo de justicia” donde claramente la familia ( concepto burgués para ellos) no tine ningún valor, al contrario molesta, pues esta institución frena el poder autoritario, centralista, dictatorial y machista de un estado comunista que aspira al control absoluto de todos las personas sin derecho a que nadie lo contradiga y por ello los lazos biológicos son relegados. 
“Fidelito” fue probablemente una víctima más de las intrigas de la dinastía Castro, la cual creó una familia disfuncional y despedazada y de la misma manera construyeron (o  mejor destruyeron) una nación basada en la division, el odio, el autoritarismo machista, la intolerancia y la violencia. Todos los cubanos hemos sido víctimas de esta monstruosidad ideológica creada por un hombre sin amor a los de su propia sangre. Y la historia continua, los hijos/as y nietos/as y sobrino/ass y etc. andan por ahí haciendo de las suyas tratando de dar continuidad al “legado brillante" de sus padres y tíos. Pobre Cuba.

La mujer araña: Louise Bourgeoois

  La gigantesca araña Maman (1999) es una pieza de bronce-acero inoxidable-y-mármol fue tallada por la artista franco-estadounidense Louise ...