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Monday, April 18, 2016

presentimientos (Forebodings)


presentimientos


tengo presentimientos terribles, 
que aparecen en mis sueños 
como el zumbido de mil abejas contra el cristal,
tengo presentimientos oscuros que me asustan,
que gritan y me despiertan en la mañana temblando,
tengo presentimientos que duelen,
esos de “hay golpes en la vida tan fuertes”,
tengo presentimientos fugaces,
que no dan tiempo a entenderlos
y gracias a Dios no retornan.
tengo presentimientos fijos,
como obsesiones clavadas en el alma,
hechos de ser y no ser, de estar sin estar,
tengo presentimientos extraños, sin sentido,
como palpitaciones del corazón
que desaparecen pero dejan rastros de temor.
tuve un día el presentimiento
de ver tu nombre en los periódicos a mala hora,
y ver todas aquellas flores ridículas y sin color,
y fue un verme petrificada,

queriendo que aquel ascensor
no se detuviera nunca en su bajada.
y fue verdad,
presentí el día exacto que te irías, y cómo y dónde.
y fue verdad,
presentí que nunca regresarías
por el tono de tu voz en la despedida,
y fue verdad,
pero nunca pude saber por qué.


(Forebodings)

I have terrible forebodings,that appear in my dreamslike the buzz of a thousand bees against the glass of the window,I have dark forebodings that scare me,they shout and wake me up in the morning shaking,I have hunches that hurt,those of "there are blows in life so strong",I have fleeting feelings,that do not give time to understand themand thanks God they do not return.I have feelings,like obsessions nailed in the soul,made of being and not being, to be or not to be,I have strange forebodings, meaningless,like heart palpitationsthat disappear but leave traces of fear.I had a feelingto see your name in the newspapers at the wrong time,and all those ridiculous and colorless flowers,and I saw my self petrified,wanting that elevator,which never stopped on his descent.and it was true,I knew the exact day you would go, and how and where.and it was true,I knew that you would never come backby the tone of your voice in the farewell,and it was true,but I could never know why.

"una novela es algo mágico"

18 MAY 1983
(publicado en El Pais)

¿Sabe usted quién era Mercè Rodoreda?



La semana pasada pregunté por Mercè Rodoreda en una librería de Barcelona y me dijeron que había muerto hace un mes. La noticia me causó una pena muy grande, primero por la admiración muy justa que siento por sus libros y segundo por el hecho inmerecido de que la noticia de su muerte no se hubiera publicado fuera de España con el despliegue y los honores debidos. Al parecer, pocas personas saben fuera de Cataluña quién era esa mujer invisible que escribía en un catalán espléndido unas novelas hermosas y duras como no se encuentran muchas en las letras actuales. Una de ellas -La plaza del Diamante- es, a mi juicio, la más bella que se ha publicado en España después de la guerra civil.La razón de que se la conozca tan poco, aun dentro de España, no puede atribuirse a que hubiera escrito en una lengua de ámbito reducido, ni a que sus dramas humanos transcurran en un rincón secreto de la muy secreta ciudad de Barcelona, pues sus libros han sido traducidos a más de diez idiomas y en todos ellos han sido objeto de comentarios críticos mucho más entusiastas de los que merecieron en su propio país. "Éste es uno de los libros de alcance universal que haya escrito el amor", escribió en su momento el crítico francés Michel Cournot, refiriéndose a La plaza del Diamante. Diana Athill, sobre la versión inglesa, escribió: "Es la mejor novela publicada en España en muchos años". Y un crítico del Publisher Weekly, en Estados Unidos, escribió que era una novela extraña y maravillosa. Sin embargo, hace algunos años, y con motivo de alguno de tantos aniversarios, se hizo una encuesta entre escritores españoles de hoy para tratar de establecer, según su criterio, cuáles eran los diez mejores libros escritos en España después de la guerra civil, y no recuerdo que alguno hubiera mencionado a La plaza del Diamante. En cambio, muchos citaron con toda justicia La forja de un rebelde, de Arturo Barea. Lo curioso es que este libro, cuyos cuatro tomos apretados habían sido publicados a fines de la cuarta década de este siglo en Buenos Aires, no había sido ni ha sido todavía publicado en España, y, en cambio, La plaza del Diamante llevaba ya veintiséis ediciones en catalán. Yo la leí en castellano por esos tiempos, y mi deslumbramiento fue apenas comparable al que me había causado la primera lectura de Pedro Páramo, de Juan Rulfo, aunque los dos libros no tienen en común sino la transparencia de su belleza.

A partir de entonces, no sé cuántas veces la he vuelto a leer, y varias de ellas en catalán, con un esfuerzo que dice mucho de mi devoción.

La vida privada de Mercè Rodoreda es uno de los misterios mejor guardados de la muy misteriosa ciudad de Barcelona. No conozco a nadie que la haya conocido bien, que pueda decir a ciencia cierta cómo era, y sus libros sólo permiten vislumbrar una sensibilidad casi excesiva y un amor por sus gentes y por la vida de su vecindario que es quizá lo que les da un alcance universal a sus novelas. Se sabe que pasó la guerra civil en la casa familiar de San Gervasio, y su estado de alma de ese tiempo es evidente en sus libros. Se sabe que después se fue a vivir a Ginebra, y que allí escribió al rescoldo de sus nostalgias. "Cuando empecé a escribir la novela apenas si recordaba cómo era la plaza del Diamante", escribió en uno de sus prólogos, que son muestras ejemplares de su conciencia de novelista. Alquien que no sea otro escritor podría sorprenderse de que la autora hubiera logrado una recreación tan minuciosa y lúcida de sus lugares y sus gentes a partir de una vivencia remota, casi perdida entre las brumas de la infancia. "Sólo recordaba", ha escrito en el prólogo de una edición catalana, "cuando tenía trece o catorce años, que una vez, por la fiesta mayor de Gracia, fui a caminar por las calles con mi padre. En la plaza del Diamante habían levantado una carpa, como en otras plazas, por supuesto, pero la que siempre recordé fue aquella. Al pasar frente a esa caja de música, yo, a quien mis padres habían prohibido bailar, tenía unos deseos desesperados de hacerlo, y andaba como un ánima en pena por las calles adornadas". Mercé Rodoreda suponía que fue a causa de esta frustración que muchos años después, en Ginebra, empezó su novela con aquella fiesta popular.
En general, esa ansiedad de bailar, que sus padres reprimieron siempre porque no era admisible en una chica decente, ha sido identificada por la propia escritora como la contrariedad original que le dio el impulso para escribir.
Pocos autores han hecho precisiones tan certeras y útiles sobre el proceso subconsciente de la creación literaria como las que hizo Mercé Rodoreda en los prólogos de sus libros. "Una novela es un acto mágico", escribió. Hablando de Espejo roto -su novela más larga- hizo otra revelación casi alquímica: "Eladi Farriols, muerto y tendido en una biblioteca de una casa señorial, me resolvió el primer capítulo del modo más inesperado". En otra parte dijo: "Las cosas tienen una gran importancia en la narración. Y la han tenido siempre, mucho antes de que Robbe-Grillet escribiera Le voyeur". Conocí esta declaración mucho después de que su autora me hubiera deslumbrado con la sensualidad con que hace ver las cosas en el aire de sus novelas, mucho después de que me hubiera asombrado la luz nueva con que las iluminan sus palabras. Un escritor que todavía sabe cómo se llaman las cosas tiene salvada la mitad del alma, y Mercé Rodoreda lo sabía a placer en su lengua materna. En castellano, en cambio, no todos los escritores lo sabemos, y en algunos se nota más de lo que nosotros mismos creemos.
Creo -si no recuerdo mal- que Mercé Rodoreda es la única escritora (o el único escritor) que he visitado sin conocerla, impulsado por una admiración irresistible. Supe por nuestro editor común, hace unos doce años, que ella estaba en Barcelona por pocos días, y me recibió en un apartamento provisional, amueblado de un modo muy sobrio y con una sola ventana que daba sobre el jardín crepuscular de Monterolas. Me sorprendió su aire distraído que más tarde encontré definido en uno de sus prólogos: "Quizá la más marcada de mis múltiples personalidades sea una especie de inocencia que me hace sentirme bien en el mundo en que me ha tocado vivir". Entonces yo sabía que junto a la vocación literaria tenía una vocación paralela, tan dominante como la otra, y era la de cultivar flores. Hablamos de eso, que yo consideraba como otra forma de escribir, y entre rosas y rosas trataba de hablarle de sus libros y ella trataba de hablarme de los míos. Me llamó la atención que de todo lo escrito por mí le interesaba más que nada el gallo del coronel que no tenía quien le escribiera, y a ella le llamó la atención que me gustara tanto la rifa de la cafetera en La plaza del Diamante. Tengo hoy un recuerdo entre nieblas de aquel extraño encuentro, que sin duda no fue uno de los recuerdos que ella se llevó a la tumba, pero para mí fue la única vez en que conversé, con un creador literario que era una copia viva de sus personajes. Nunca supe por qué, al despedirme en el ascensor, me dijo: "Usted tiene mucho sentido del humor". Nunca más tuve noticias de ella hasta esta semana, en que supe por casualidad, y en mala hora, que le había ocurrido el único percance que podía impedirle seguir escribiendo.

Copyright 1983.















Saturday, April 16, 2016

Niebla

Niebla

no sé a dónde va a parar todo esto 
sólo veo rocas que desfilan insinuantes
no sé a dónde va a parar… todo es
pétalos secos y el silencio
no sé a dónde va a parar todo
sólo veo aullantes coyotes perdidos en el desierto
no sé a dónde va a parar
sólo veo trenes que van y vienen, que vienen y van
no sé a dónde va a
dar mi orgullo con este mentir y volver a lo mismo
no sé a dónde va
la niña que soñó conmigo
y yo también soñé con ella junto al mar a plena luz de agosto
no sé a dónde
te fuiste tan temprano que ya eres sólo borroso trazo en mi memoria
no sé... a
que edad me muero ni si me acuerdo
no sé
si me asomo al acantilado para verme flotando feliz sobre el oleaje
no
ni siquiera sé cómo soporto esta niebla y es muy tarde


Olga L. Miranda



La mujer araña: Louise Bourgeoois

  La gigantesca araña Maman (1999) es una pieza de bronce-acero inoxidable-y-mármol fue tallada por la artista franco-estadounidense Louise ...