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Saturday, February 18, 2017

La alianza ruso-americana actual y lecciones de la historia.


 (Advertencia: esta información es peligrosa)

La alianza ruso-americana actual y lecciones de la historia. 
por Olga Miranda

Es historia harto conocida que Stalin, inicialmente, fue aliado de la Alemania Nazi, pública y secretamente. Rusia firmó dos tratados con Alemiana (El Tratado de Berlin de 1926 y el Tratado de Molotov-Ribentrop en 1939). Ambos paises se comprometían a no agredirse y se repartían algunos territorios. Según historiadores, estas dos potencias, junto con la Italia de Mussolini, tenían entonces intereses comunes, ERAN DICTADURAS que odiaban las democracias que luchaban por imponerse en las otras naciones europeas. 

"In August 1939, Stalin accepted Hitler's proposal into a non-aggression pact with Nazi Germany, negotiated by the foreign ministers Vyacheslav Molotov for the Soviets and Joachim von Ribbentrop for the Germans"....




Ahora bien:

Vladimir Putin ha declarado recientemente que aquel pacto Stalin-Hiitler no tuvo nada de malo, que eso estuvo bien. (Aqui abajo añadí sus declaraciones publicadas por la prensa)
"Vladimir Putin says there was nothing wrong with Soviet Union's pact with Adolf Hitler's Nazi Germany.
Russian president says he sees nothing wrong with treaty with Nazi Germany that led to the carve-up of Poland - and blames Britain for destroying any chance of an anti-fascist front..."

POSTED BY: THE OBSERVER NOVEMBER 11, 2014
"Russian President Vladimir Putin, in a meeting with historians, has voiced approval of the Molotov-von Ribbentrop non-aggression treaty signed on August 23, 1939, a week before the German invasion of Poland. In a secret protocol to the treaty, which Moscow did not acknowledge until 1989, Germany and Russia agreed to the partition of Poland between them."

En el marco de estos tratados ambos países invadieron y se anexaron diferentes territorios. Esto se realizo en el marco legal de un protocolo militar secreto Nazi- Ruso. Solo en 1989 esto salió a la luz, se descubrió ese pacto y los rusos tuvieron que aceptar su responsabilidad en la Segunda Guerra Mundial. Es decir, que esa guerra monstruosa tal vez se pudo evitar, pero Rusia se alió inicialmente a Alemania y no frenó sus intenciones . Incluso, es sabido que Stalin permitió la primera escalada a Polonia e ignoró las advertencias de sus oficiales de inteligencia acerca del peligro de la Alemania nazi. El, básicamente decía, como ahora Trump dice de los rusos, que el confiaba en el tratado firmado y que los alemanes nunca iban a invadir a Rusia.

El otro hecho peligroso es que Trump también se alia con Putin y dice que todo esta bien, para él Putin es un gran politico y está actuando bien. "Si asesina, who cares? we do too". Entre asesinos eso es puro negocio, parece que piensa él.

Que les parece? graciosas coincidencias de la historia? o se están creando las mismas condiciones que antecedieron a la Segunda Guerra Mundial? está Donald Trump poniendo en serio riesgo la seguridad nacional e internacional confiando en los rusos?
La historia da lecciones que hay que tomar en cuenta, no sería la primera vez que una alianza es "pura jugada de engaño", como dicen en el baloncesto. 

Is Trump putting in a serious risk the national and international security trusting Putin?
The history gives us lessons that we need to learn.

Wednesday, February 15, 2017

El hombre que descifró "el solfeo del espíritu"

La muerte de Lévi-Strauss: El cazador de símbolos

Por: Roger-Pol Droit













Levi Strauss 
Bruselas 1908-París 2009
Junto con Roman Jakobson, es considerado el padre del estructuralismo antropológico, que entiende las civilizaciones estructuradas como un lenguaje. Lévi-Strauss plantea asimismo que ciertas estructuras constituyen el bagaje común de la mente humana. Realizó su primer gran trabajo de campo en Brasil y perfeccionó su perspectiva teórica en los años de la Segunda Guerra Mundial. Escribió ensayos con gran calidad literaria. Murió el sábado pasado a la noche; el 28 hubiese cumplido 101 años.

Tenía 100 años. Había dedicado su vida a estudiar las estructuras comunes que subyacen a los mitos de diferentes culturas. Fue más que un antropólogo: descifró el solfeo del espíritu, o se acercó a ello, a fuerza de rigor y de creatividad conceptual. Fue perseguido durante el nazismo pero nunca cejó en su búsqueda.





Pocos sabios se aventuraron tan lejos como Claude Lévi-Strauss en la exploración de los mecanismos de la cultura. Por vías diferentes y convergentes, se esforzó por comprender la gran máquina simbólica que agrupa todos los planos de la vida humana, desde la familia hasta las creencias religiosas, de las obras de arte a los modales en la mesa. La paradoja de las grandes obras, las que son verdaderamente decisivas e innovadoras, es que se pueden caracterizar en pocas palabras.
Podría decirse, por lo tanto, que descifró el solfeo del espíritu. Por lo menos se aproximó a ello, y mucho, a fuerza de rigor y de creatividad conceptual. Hablar de un solfeo del espíritu no es sólo la prolongación de esa metáfora musical siempre presente en la obra del antropólogo. Ahora bien, hay que entender esa fórmula de manera literal. Aun en el caso de que cantáramos, y a diario, los meandros de la vida en sociedad; aun si conociéramos de memoria las melodías o los matrimonios; no sabríamos qué es lo que organizó esos sistemas. La conciencia no nos revela nada de forma espontánea acerca de los procesos que están en funcionamiento en el vasto ámbito de la simbología social. Es por eso que ignorábamos sus reglas de funcionamiento, las leyes de sus combinaciones. Nos faltaba el solfeo. 
Más allá de la diversidad de las melodías, eso explica las reglas que las engendran: acuerdo, cambio, transformaciones. Definió las formas (canon, fuga, sonata...) No es errado decir que la actividad de Claude Lévi-Strauss apuntaba a un objetivo análogo. Lo que lo atraía era ante todo descubrir las organizaciones ocultas, las leyes subyacentes en el tornasol de las apariencias sociales. Había quienes pensaban en la geología al contemplar un paisaje o reflexionaban sobre las clasificaciones botánicas al encontrarse ante macizos de flores.
Es por eso que, más allá de la desconcertante profusión de las reglas de parentesco, de los tótems o de los mitos, más allá del aparente caos de los intercambios económicos y las creaciones artísticas, se concentró en descubrir, más que una división única y aislada, algunas de las estructuras que los crearon, independientemente de la voluntad y la conciencia de los actores.
Esa tarea, en el fondo siempre similar, tuvo varias épocas y una sucesión de puntos de aplicación. Se concentró primero en el parentesco, del cual Claude Lévi-Strauss abandonó en su tesis la cara visible para analizar "las estructuras elementales". Su obra se concentró luego en el tótem, cuyo enigma aclaró eliminando el terreno de las aparentes analogías para captar mejor los juegos globales. También se centró extensamente en la mitología y con cuatro volúmenes monumentales –de 1964 a 1971– examinó sus transformaciones y su funcionamiento en sí, independiente de las decisiones individuales, de las lenguas, de los pueblos y hasta de los lugares y los tiempos.
Esa preocupación por las estructuras, las combinatorias, los códigos de transformación, aproxima a Claude Lévi-Strauss a los científicos, sobre todo a los matemáticos. También lo acerca a los filósofos, que, de Platón a Kant, reconocieron el lugar central de los procesos formales.
Los mitos "se piensan entre ellos": en eso reside el núcleo de la obra y lo que ésta tiene, a su manera, de vertiginosa. Por eso, en el análisis de esos miles de mitos que "se piensan entre ellos", se responden sin conocerse, se combinan sin que nadie lo haya decidido, se vislumbran los procesos mentales universales.
Ese enfoque de un solfeo del espíritu humano prolonga o acompaña el esquematismo de Kant, la lingüística estructural de Roman Jakobson o, en el psicoanálisis, la teoría lacaniana del significante. El resultado es tanto más impresionante porque ese análisis convoca a pueblos y culturas sin contactos conocidos entre ellos. El historiador –como Georges Dumézil, también imbuido de una perspectiva estructural– sólo compara los mitos surgidos de pueblos cuyos vínculos están documentados. Al superar ese límite, al comparar, por ejemplo, los mitos amerindios con los de Japón, Lévi-Strauss abrió perspectivas teóricas que exceden los límites de la etnología e interesan a la antropología general y al estudio del espíritu de los hombres.
Sin duda esa es una marca persistente, a través de desvíos y exilios, de su profundo compromiso con el rigor de los filósofos. Muy joven, este hijo de artista (su padre era pintor) dirigió su atención hacia los conceptos. En 1927 opta por la filosofía y empieza a enseñarla en 1932. Sin embargo, se aburre con rapidez y cede al deseo de "vivir una experiencia en sociedades indígenas". En 1935 viaja a San Pablo, Brasil, donde enseña durante tres años y realiza varias misiones de estudio entre los bororo y luego entre los nambikawara en compañía de Dina Dreyfus, su primera mujer, con la que se había casado en 1932. Se separaron a su regreso a Francia en 1939. El antropólogo se casó luego dos veces más, en 1945 y en 1954.
Separado de la docencia como consecuencia de las leyes antijudías de Vichy, viaja a Nueva York, donde frecuenta a los surrealistas y se vincula con Jakobson, cuyo aporte fue determinante para la producción de su obra. El período de posguerra fue inestable para este investigador cuyas obras maestras empezaban a publicarse y no contaban aún con el reconocimiento de las instituciones académicas. Agregado cultural en Nueva York y luego enviado de la Unesco en India y Paquistán, en 1950 se incorporó a la École Pratique des Hautes Études con el apoyo de Dumézil.
En 1955, Tristes trópicos lo hace conocido entre el gran público. Es un diario de viaje de escritura límpida y sensible, una meditación sobre el saber y la época de tono muy libre. El libro fue un éxito literario que pronto se convirtió en un éxito de ventas y más tarde en un libro de referencia. Muchas de sus páginas integraron después antologías utilizadas en las aulas. En el texto vemos a un viajero ya preocupado por los desastres del planeta, atormentado por la destrucción de la diversidad humana, pionero de la ecología. Se advierte también su inclinación por el budismo y sus reservas en relación con el islam. Estas últimas son tan fuertes, que algunas páginas de Tristes trópicos a las que en su época no se les prestó atención, seguramente le valdrían a su autor virulentas protestas si fueran publicadas en la actualidad.
Luego de la publicación de Antropología estructural (1958) y de su elección para el Collège de France (1959), Lévi-Strauss desarrolló una actividad excepcional como organizador y autor que le valió un creciente reconocimiento internacional. Después de El pensamiento salvaje (1962) y de los cuatro tomos de Mitológicas, se hizo evidente que su obra era una de las más importantes del siglo. Es por eso que resulta difícil hablar del hombre, de la sociedad o de los intercambios sin tener en cuenta su aporte.
Los honores se sucedieron. En 1973 se eligió a Claude Lévi-Strauss como miembro de la Academia Francesa. Acompañó a François Mitterrand a Brasil en 1985; sus colecciones de objetos se expusieron en el Museo del Hombre en 1989 y sus fotografías de Brasil se publicaron en 1994.
En 2005, la Unesco festejaba el sexagésimo aniversario de su creación y le confió a su antiguo colaborador el discurso de apertura, discurso que, a pesar de que el orador se aproximaba al siglo de vida, seguirá siendo un modelo de pertinencia y lucidez. En el mismo, al referirse a Rousseau –uno de sus maestros, junto con Montaigne–, destaca las amenazas que nuestra expansión desenfrenada significan para la naturaleza y la humanidad. En definitiva, Claude Lévi-Strauss no separaba la defensa de la diversidad cultural y de la diversidad natural.
En una época vertiginosa, confusa, sumida en la abulia y el simplismo, Lévi-Strauss pasaba con frecuencia por distante. Todos los que tuvieron la oportunidad de conocerlo saben en qué medida ese espíritu universal, profundamente interesado en la dignidad de todos los pueblos, era accesible, amistoso, leal y cálido, sobre todo si se le mantenía la mirada, por muy acerada que ésta fuera.
(C) Le Monde y clarin
traduccion de joaquin ibarburu
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