Labels

Cortazar (1) Kanab. (1) de Cuba (1) poema (1) poema 2 (1) poema3 (1)

Wednesday, June 10, 2015

Arte y sublimación en Nada



Arte y sublimación en Nada
por Olga L. Miranda


“Aún no estaba segura de lo que podría calmar mejor 
aquella angustiosa sed de belleza…” 
Nada. Carmen Laforet (85)

       Nada (Barcelona,1945) de Carmen Laforet (1921-2004) es considerada una de las novelas más 
significativas de la posguerra. Sus valores literarios fueron reconocidos tempranamente al recibir, en 
1945, el primer premio Nadal. Es un relato narrado en primera persona de manera lineal y retrospectiva que sigue el modelo arquetípico del género de novela de iniciación o aprendizaje (Bildungsroman).


        Esta obra ha sido objeto de muchas y variadas interpretaciones. La edición de Nada que hemos usado para este trabajo viene acompañada de un análisis de la novela a cargo de Domingo Ródenas de Moya que incluye un resumen sobre la crítica que ha recibido la obra desde su publicación. Resulta evidente que existe consenso sobre el hecho de que la obra se enmarcó dentro de la estética del tremendismo y bajo el influjo del existencialismo, lo cual concede al relato una visualidad oscura y grotesca y un tono angustioso y de incertidumbre. Sin embargo, la presencia del arte en la historia compensa esa sordidez visual y psicológica ya que participa en la narración como una experiencia estética a través de la cual algunos personajes canalizan de manera positiva ansiedades y deseos frustrados y, también, comunican mejor sus emociones. Teniendo en cuenta, que la presencia del arte en la narración no es un decorado, sino que tiene un significado notable dentro de la sicología de los personajes, este trabajo se propone  demostrar que la necesidad de Andrea y Román de vivir experiencias artísticas es una forma de sublimación de sus deseos y frustraciones. Para lograr este objetivo se analizarán aspectos de la psicología de los personajes que se expresan en el lenguaje narrativo, tales como el uso de símbolos, las descripciones y los diálogos. 

         El concepto “sublimación” (canalización positiva de la “libido”) y otros asociados a él como: placer, deseo, inconsciente y represión de los instintos son de tradición freudiana. En particular, para este trabajo tendremos en cuenta los aportes de Carl Jung al concepto “sublimación”. Este término se asocia con otro más primario que es “libido” y que significaba para Freud  instinto sexual. Sin embargo, para Jung la “libido” no es sólo instinto sexual sino energía vital del ser humano que  condiciona su necesidad de búsqueda de placer. En esta búsqueda el ser humano encuentra obstáculos que lo pueden llevar a la represión de sus energías vitales o a descubrir oportunidades para canalizar positivamente sus deseos (que pueden ser sexuales o no). Una vía positiva de canalización de esa energía vital (libido) es la creación artística. En el libro de Roger Horrocks  Freud Revisited: Psychoanalytic Themes in the Postmodern Age  y en el artículo de Luís Sales “Reflexiones en torno al concepto de sublimación en Freud” encontramos un análisis contemporáneo de estos conceptos. Así por ejemplo, en este último el autor  explica  que: “…la sublimación sería el resultado de una cancelación de la represión, la cual abriría —por así decir— una vía alternativa, un atajo que permitiría a la pulsión arribar a su meta” ( 4 ). La sublimación es  es un concepto clave del psicoanálisis que nos permitirá analizar como algunos personajes de la novela luchan por resolver sus conflictos través de una realización positiva de sus deseos.

         R. Barthes y J. Lacan continuaron trabajando estos conceptos y desarrollaron la teoría sobre la subjetividad del lenguaje retomando los estudios de S. Freud y C. Jung sobre el papel del “inconsciente”. Ellos aplicaron este concepto al análisis crítico del texto literario (Selden, Raman & Widdowson, Peter, 1993, 139). Este ensayo asumirá esta perspectiva como marco teórico y metodológico del análisis de la obra y aplicará la tesis de que el inconsciente se manifiesta en los símbolos del lenguaje y se revela en “dramas, jokes, and art"  (Seden & Widdowson, 139).

        Nada está dividida en tres partes. El argumento de la novela está basado en los sucesos ocurridos durante un año en la vida de Andrea (1939-1940). Ella es la narradora y la protagonista del relato. Llega a Barcelona a la edad de 18 años procedente del interior con el objetivo de ingresar en la universidad. La joven viene a vivir a la casa de sus tíos maternos (Juan, Román y Angustias) quienes disfrutaron el esplendor de una familia burguesa, pero ahora están empobrecidos y devastados moral y sicológicamente. La ciudad barcelonesa padece las secuelas de la guerra civil que recién había terminado y vive el ambiente represivo del franquismo. Estas condiciones sociales se reflejan en el contexto familiar en el que Andrea se tiene que insertar. Sus dos tíos, Juan y Román, por ejemplo, tuvieron participación activa en la guerra y viven rumiando ese pasado que los marcó. El ambiente sórdido que Andrea encuentra en casa de sus parientes la impresiona negativamente desde su llegada. En lo adelante, la joven provinciana se verá involucrada en los odios y rencores de sus neuróticos familiares, hará amigos en la universidad, tendrá la primera experiencia amorosa y será testigo del suicidio del tío Román. Andrea vive diversas experiencias frustrantes y otras más felices, pero pasa la prueba de vivir independiente en una ciudad. Finalmente, se marcha a Madrid invitada por la familia de Ena, su amiga de la universidad. El hilo central de la trama viene dado por el conflicto entre Andrea y su tía Angustias quién trata de imponer una relación controladora y dominante. Andrea, por su parte, no desea confrontación con la tía autoritaria, pero defiende su libertad y quiere vivir su “aventura" en Barcelona. 

        La estructura de la novela está marcada por el hecho de que Andrea es una narradora subjetiva, esa “predisposición a transformar en belleza el contacto con el mundo” (Ródenas de Moya, 240) la califica como tal. La sensibilidad estética de Andrea contribuye a crear un relato vívido, plural, abierto y polisémico que nos permite hacer diferentes lecturas e interpretaciones del texto. Esta cualidad de Andrea como narradora guiará el análisis de la novelaLas dos manifestaciones artísticas que están más implicadas en la historia son la música y la pintura, representadas en Román, Juan y la mamá de Ena.  Concibiendo el arte en el amplio sentido de la palabra, es decir, como experiencia estética y como lenguaje que comunica emociones e ideas Andrea entraría en este concepto. El estudio se centrará solamente en Andrea y Román y en el análisis de como ellos como canalizan su búsqueda de placer a través del disfrute estético.

        Andrea tiene una relación especial con la música. Este arte significa para la joven la felicidad que vivió durante su niñez en la casa de los tíos, lo cual contrasta con su frustración al percibir el entorno deprimente que se encuentra ahora al llegar a esa misma casa. La primera referencia al arte en la novela aparece desde el inicio cuando Andrea llega y describe el entorno hagareño. Ella rememora su niñez en aquel lugar y al describir la magnificencia que tuvieron las habitaciones en el pasado recuerda y piensa: “Un piano—¿como podía faltar?—, sus lánguidos aires cubanos en el atardecer.”(20). El tono de esta expresión es exclamativa y transmite una idea da paz y armonía. Luego agrega: “Cuando yo era la única nieta pasé allí las temporadas más excitantes de mi vida infantil” (20). Ya esto nos indica que Andrea asocia su infancia feliz con la música. Al utilizar el adjetivo “excitante” está prácticamente indicando placer físico. El piano es como un símbolo para ella de alegría y felicidad. Este es un dato sobre la niñez de Andrea que informa sobre su biografía psicológica y sobre eventos que la pueden haber marcado, lo cual ofrece pistas sobre eso que Lacan llamó “chilhood memories” (50) y que la acompañarán siempre. 

         La referencia inicial al piano contrasta con otra que aparece en una descripción del lugar donde durmió la primera noche: “En la habitación que me habían destinado se veía un gran piano con las teclas al descubierto” (16). Esta imagen sugiere deseo insatisfecho ya que el piano es un objeto que se identifica con placer y al decir que esta abierto hace pensar en algo que desea ser tocado para producir placer. En este sentido es importante tener en cuenta que Andrea es huérfana, vivió en un convento por años y luego en un pueblo del interior. Se supone que ha tenido una vida de represiones y es por eso que llega a Barcelona llena de energías y deseos de disfrutar de libertad. Pero la realidad no es muy laudable. “Tenía una sensación de inseguridad frente a todo lo que allí había cambiado” (20) expresa ella la primera noche en casa de sus tíos. Aquí se aprecia un paralelismo entre pasado (niñez-felicidad) y presente (miseria moral y material) que Andrea hace notar. Ella expresa que siente miedo, lo cual es una emoción negativa que empieza a deprimirla. El piano era lo único que se conservaba en la casa que la enlazaba con un pasado feliz, pero estaba arrinconado como ella misma. 

         Andrea empieza a conocer a sus parientes y un día entra al estudio de Juan y siente placer al ver a Gloria desnuda y descubrir su belleza física. Esta es una experiencia estética que le permite penetrar la psicología de sus tíos y canalizar así sus deseos de comunicarse con ellos. Ella había conversado con Gloria, la esposa de su tío Juan y se había hecho una idea negativa de ella. Sin embargo, reconoce que le tomó simpatía desde el día en que la vio desnuda sirviendo de modelo a Juan (30). Ella expresa: “Yo, que había entrado sólo para unos segundos, me quede allí fascinada”(31). Esta escena es muy significativa si se tiene en cuenta que Andrea venía de estudiar en un colegio religioso y de vivir en un pueblo de campo, por lo tanto, no se supone que ella fuera tan liberal como se muestra en la descripción de esta experiencia. Esto muestra que la atracción y el interés de ella por el arte son intensos y la hacen superar posibles inhibiciones.

        La relación de Andrea y Román es una de las más reveladoras del relato en cuanto a la comunicación que ellos logran través de la música. Cuando Andrea narra la primera vez que visita la habitación del tío Román ella siente gran placer y una especie de seducción por él a pesar de que ya ha presenciado su conducta violenta y mezquina en su relación con su hermano Juan y con Gloria, esposa de Juan. Las descripciones son muy perceptuales debido a la visualidad y sensorialidad que transmiten. Allí todo está dispuesto para el placer parece querer decir Andrea. Ella relata que Román hacía un “café maravilloso” y “sacaba no sé de donde unas mágicas tazas, copas y licor; luego cigarrillos” (32). Reconoce que estaba “ruborizada y molesta” y que aunque no le gustaba fumar aceptó un cigarrillo porque tenían un olor exquisito. Esta mención al rubor sugiere excitación al estar en un ambiente íntimo con un hombre. Andrea describe la sensualidad del cuerpo del tío y la manera relajada de conducirse. En particular, cuando habla de sus manos se trasluce atracción sexual hacia él; ella dice: “yo miraba sus manos, morenas como su cara, llenas de vida, de corrientes nerviosas, de ligeros nudos, delgadas. Unas manos que me gustaban mucho”(33). Posteriormente, ella le pide que haga música y él saca el violín (instrumento que tiene connotaciones eróticas, pues asemeja el cuerpo desnudo de una mujer); luego ella le pregunta si también él pinta. Román contesta que sí y dice que lo hace mejor que Juan. Entonces le cuenta de su vida, dice que el ha hecho de todo, que estudió Medicina e Ingeniería pero lo dejó. Esto muestra que la vida de Román está llena de frustraciones y no se ha realizado en nada concreto. Sin embargo, él dice que pinta de afición y lo hace bien. Esta información refiere eventos importantes en la biografía de Román que muestran sus frustraciones y deseos insatisfechos de realización personal que él trata de compensar con el arte.

          Ahora bien, la parte más intensa desde el punto de vista emocional y de “sublimación” de los deseos de placer de Andrea y Román en esta escena es cuando él toca el violín y ambos se olvidan de frustraciones y diferencias logrando una complicidad. La experiencia que vive Andrea en la habitación de Román a través de la música muestra lados psicológicos diferentes de ambos. El lado sensible y más humano de Román emerge en su música. Andrea lo describe así: “En el momento en que, de pie junto a la chimenea, empezaba a pulsar el arco, yo cambiaba completamente. Desaparecían todas mis reservas, la ligera capa de hostilidad contra todos que se me había ido formando. Mi alma, extendida como mis propias manos juntas, recibía el sonido como una lluvia tierra áspera. Román me parecía un artista maravilloso y único. Iba hilando en la música una alegría tan fina que traspasaba los límites de la tristeza. La música aquella sin nombre. La música de Román que nunca más he vuelto a oír” (33-34). En esta descripción se mencionan objetos que tienen una carga simbólica como la chimenea que se asocia al fuego y a la pasión y la lluvia que también tiene connotaciones eróticas. Andrea resume la escena diciendo que Román se ve más alto mientras toca  “sólo respirando en su música”. Y concluye describiendo de nuevo lo que le hacía sentir aquella música: “el sentimiento de mi desesperación total hecha belleza, angustiosa armonía sin luz” (34). Esta descripción es casi una poesía, se aprecia el uso de metáforas que aportan gran lirismo a la narración, pero también trasluce la idea de deseo insatisfecho sobre todo al usar la palabra “desesperación”.  Andrea y Román canalizaron sus energías y su necesidad de placer y comunicación a través de la música en esta escena. Es muy significativo el hecho de que Andrea confiesa que cuando Román terminó de tocar todo volvió a ser como antes y ella se quiso ir, y lo describe así: “Inmediatamente se me cerraban las manos y el alma” (34).

         Hay otro pasaje donde Andrea y Román se encuentran de nuevo y se produce entre ellos un dialogo donde ocurre un juego de palabras con doble sentido de significado erótico. Andrea está enferma y Román entra a su cuarto a verla y ella dice que vino con el loro y con el perro, y este último “entró  también de manera impetuosa, dispuesto a lamerme la cara”. Entonces habla con Román sobre el piano, le pregunta si el ha compuesto alguna música y le dice: “Tócame eso que compusiste para el piano”. Román aparentemente captó el mensaje como deseo sexual  y le dijo: “Cuando estás enferma hablas como si dijeras las cosas con doble intención, no sé por qué”. Andrea no aclara el error, lo cual sugiere que hay una especie juego erótico verbal entre ellos. Pero de nuevo la música interviene en la solución de este latente conflicto de deseos y necesidad de satisfacción y búsqueda de placer. Román toca el piano aunque dice que está desafinado y dice que mejor le “toca” la canción de Xochipilli. Él se refiere a una escultura que él mismo fabricó, lo cual indica que Román también tiene habilidades para ese arte. Lo más llamativo aquí es que la estatuilla representa a un Dios, según confiesa Román es “el dios de los juegos y de las flores de los aztecas (…) este dios recibía ofrendas de corazones humanos…Yo, muchos siglos más tarde, en un rapto de entusiasmo por él compuse un poco de música. El pobre Xochipilli está en decadencia, como verás” (43). 

          Este diálogo es demostrativo de la “sublimación” en su variante fetichista. Es bueno aclarar aquí que en 1927 en su artículo Fetichismo Freud explica el fenómeno del “fetichismo” concibiéndolo como una forma de “sublimación” de naturaleza perversa, pero estudios actuales lo ven como una forma positiva de canalización del deseo y los instintos. Luis Sales en su ensayo “Reflexiones en torno al concepto de sublimación en Freud” aborda ampliamente este tema.
La obra de arte —y en esto cumple idéntica función que el fetiche y el juego infantil— está al servicio de Eros, es pulsión de vida que liga y objetaliza, crea una ligazón de complicidad entre el artista y su público, que de alguna manera la hace suya (o al menos esa es la intención del creador). En este sentido, y cualquiera sea la biografía privada del artista que la genera, y cualesquiera sean las condiciones que acompañan el proceso creador, la obra de arte funciona como defensa contra la pulsión de muerte (10).

         Es decir, que el diálogo entre Andrea y Román está cargado de simbolismo en relación a sus deseos y frustraciones. Román habla de “decadencia” denotando infelicidad y frustración. Sin embargo, el arte interviene positivamente facilitando complicidad y comunicación cuando Román toca el piano. Esa noche Andrea tuvo un episodio onírico en el que vio a Juan convertido en Xochipilli y a Román abrazando a Gloria en un campo con lirios morados (los lirios son símbolo de seducción). Y al despertar tuvo la idea de que había descubierto un secreto. En realidad en la inconsciencia del sueño ella visualizó la fatal atracción entre Román y Gloria. Esto indica frustración en ambos a causa de deseos sexuales reprimidos y es la causa del odio entre Juan y Román que Andrea ha percibido en las peleas entre ellos.

        Entre Andrea y Román se produce un diálogo que está cargado de simbolismo y es por ello muy revelador del vínculo entre ellos través del arte. Ellos conversan sobre una estatuilla que representa al dios azteca Xochipilli. Una noche en que Román, según Andrea, estaba “desesperado” y “trastornado” le pidió que subiera pues necesitaba hablar con ella. Él tuvo una catarsis, “se reía como un loco” y le dijo: “¿No te he contado la historia del dios Xochipili, mi pequeño idolillo acostumbrado a recibir corazones humanos? Algún día se cansará de mis débiles ofrendas de música y entonces…” (68). Parece bastante razonable pensar que Xochipilli simboliza los deseos sexuales reprimidos de Román que ya no se canalizan a través de la música. Román está anticipando su muerte porque ya la “sublimación” de sus deseos no se logra. Después Román agrega: “…entonces le ofreceré Juan a Xochipilli, le ofreceré el cerebro de Juan y el corazón de Gloria”(68). Es bueno recordar aquí que Román confiesa tener en su buhardilla la pintura que le hizo a Gloria durante los días que pasaron en un castillo durante la guerra y el la pintó en un “campo con lirios morados”. Este puede ser otro fetiche que el conserva como recuerdo de su aventura amorosa con Gloria. Al final de esta escena, la apariencia de locura de Román asusta a Andrea que huye corriendo de la buhardilla del tío. Según lo que ha confesado Román parece quedar claro que existe un triángulo pasional entre él, Juan y Gloria. Esta sub trama se soluciona al final con el trágico suicidio de Román. Todo este conflicto sugiere que al dejar de funcionar la “sublimación” la muerte se presenta como única salida ante la imposibilidad de canalizar los deseos que se manifiestan entonces en neurosis, depresión, obsesiones, fobias u otras patologías.

          Después de esta conversación ocurre una ruptura entre Andrea y Román y viene una etapa de soledad y tristeza de Andrea que ella canaliza a través del arte, pero en este caso ella se dedica a pasear por la ciudad y disfrutar de la belleza arquitectónica de los edificios y las catedrales góticas. Por ejemplo, la descripción que ella ofrece de su visita nocturna a la catedral es de inspiración poética, se aprecia el uso de metáforas y sinestesias cuando expresa: “Al llegar al ábside de la Catedral me fijé en el baile de luces que hacían los faroles contra los mil rincones, volviéndose románticos y tenebrosos”(86) Y luego describe con gran emoción el inmenso placer y felicidad que provocaba en ella aquella visión: “Una fuerza más grande que la que el vino y la música habían puesto en mí, me vino al mirar el gran corro de sombras de piedra fervorosa. La Catedral se levantaba en una armonía severa, estilizada en formas casi vegetales, hasta la altura del limpio cielo mediterráneo. Una paz, una imponente claridad, se derramaba de la arquitectura maravillosa”(87). Es muy claro que el disfrute estético produce en Andrea un inmenso placer espiritual que ella lo compara hasta con placer físico pues usa el símil de “la embriaguez del vino”. 

         La pasión de Andrea por el arte sugiere necesidad de placer y de comunicación y sus deseos insatisfechos de amor y de liberación de todo aquel ambiente asfixiante en que ella vivía. Es muy remarcado en la novela el hecho de que en muchos momentos cuando Andrea siente ansiedad o está deprimida recurre al arte para calmar su desasosiego y llenar su vacío existencial. Por ejemplo, en varias ocasiones se va a recorrer la ciudad y disfrutar de la armonía de su arquitectura como una auténtica flaneur. La cita que encabeza este ensayo es un buen ejemplo del tipo de relación que Andrea tiene con el arte. Es una pasión que nace dentro de ella, es un deseo que brota de su cuerpo y de su espíritu, es, sobre todo, una necesidad de afecto y placer que ella sofoca y canaliza a través del disfrute estético. 

         El tema de la necesidad de “sublimación” en la protagonista de Nada ha sido notado con anterioridad por Ródenas de Moya. Pero este crítico relaciona la “sublimación” con una necesidad de satisfacción sexual que se proyecta a través de fantasías eróticas. Esta idea la encontramos cuando él explica que la falta de madurez de Andrea no le permite juzgar lo que pasa, por eso se limita a “registrar lo ocurrido” y pone como ejemplo cuando ella describe “la sublimación del propio deseo sexual en el noviazgo de Ena y Jaime” (229). Es decir, este autor reduce la sublimación a lo sexual, lo que no le permite ver más complejidad psicológica en la protagonista al obviar la necesidad de Andrea de canalizar sus energías creativas hacia el logro del placer estético como una forma de “sublimación” que no es sólo sexual. 

        La atracción de Andrea por el arte se manifiesta también en su relación con otros personajes como es el caso del grupo de pintores bohemios en cuya buhardilla ella confiesa sentirse cómoda (una vez más ella reconoce sentirse bien dentro del ambiente del arte); pero, sobre todo, en su relación con la madre de su amiga Ena. Ella describe su fascinación cuando recuerda la primera vez que la escuchó cantar y tocar el piano: 
"Me corrió un estremecimiento al recordar aquella voz ardorosa que al salir parecía quemar y envolver en resplandores el cuerpo desmedrado de su dueña. Aquella voz había despertado todos los pozos de sentimentalismo y de desbocado romanticismo de mis dieciocho años. Desde que ella había callado yo estuve inquieta, con ganas de escapar a todo lo demás que me rodeaba. Me parecía imposible que los otros siguieran fumando y comiendo golosinas" (85). Una vez más se nota la alegría de Andrea, pero también la extrema ansiedad y excitación que provoca la música en ella. Estos estados emotivos pueden ser psicológicamente negativos en su manifestación aguda. No es descaminado pensar que las experiencias positivas de Andrea durante su niñez vinculadas a la música y al piano se asocian con sus padres y sus tíos felices, pero también con pérdida, ausencia y muerte, pues, sus padres fallecieron y su familia esta en proceso de destrucción. Emociones tan contradictorias pueden crear un estado de ansiedad causante de depresión o neurosis sino encuentra salida través de algún tipo de “sublimación”. No es casual entonces que el estado emocional de Andrea sea casi siempre depresivo y escapista y lo expresa con mucha frecuencia en el relato al decir que tiene deseos de llorar y de huir. Es muy significativo el hecho de que, después de escuchar a la mamá de Ena tocar el piano, ella tiene “ganas de escapar”, esa es una reacción que no parece muy racional, pues ella debería sentirse bien allí. La explicación a esta conducta desde el psicoanálisis sería que Ana en realidad quiere escapar hacia su niñez feliz,  hacia el afecto de su madre que la madre de Ena le debe recordar. Ella quiere volver a todo lo que ella tuvo y ya no tiene. No es por gusto que al inicio del relato, lo primero que hace Andrea el día que llega a casa de los tíos es recordar su niñez feliz en ese lugar, pero muy pronto esas memorias se empiezan a despedazar. La destrucción de la casa de “la calle de Aribau” es también la destrucción de su pasado, de su niñez, de sus memorias de felicidad. Por eso Andrea necesita desesperadamente el arte como defensa contra esa sensación de pérdida del pasado y también como una manera de recuperarlo y reconstruirlo.

         En conclusión, la novela Nada de Carmen Laforet no es sólo una cuadro pictórico de la Barcelona de la posguerra es, además, un cuadro del complejo mundo psicológico de algunos personajes perseguidos por fantasmas del pasado y miserias del presente, y de sus luchas por superar sus traumas y neurosis de diferentes maneras. El arte como creación, como placer estético y como lenguaje para comunicar emociones y sentimientos es una forma de “sublimación” que ayuda a Andrea y a Román a canalizar sus frustraciones y ansiedades. El lenguaje narrativo del texto, dominado por la subjetividad y la sensibilidad estética, permite penetrar en el mundo interno emotivo y espiritual de los personajes y revelar sus debilidades y pasiones. Nada es una novela sobre las miserias y las grandezas del alma humana.




Trabajos citados
Barthes, Rolland. S/Z. Blackwell Publishing Ltd.  United Kingdom 1990. BarthesExtract.pdf.
Horrocks, Roger. Freud Revisited: Psychoanalytic Themes in the Postmodern Age. Contributors: Palgrave. New York. 2001. www.questia.com.
Lacan, Jacques. Écrits. A Selection. The first selection in English from the work of Europe’s major freudian psychoanalyst.. Tavistock Publications Limited. USA, 1977. Print.
Laforet, Carmen. Nada. Edición crítica de Ediciones Destino, S.A. Barcelona, 2001. Print.
Ródenas de Moya, Domingo. Nada. Noticia de Carmen Laforet y “Nada”. Edición crítica de Ediciones Destino, S.A. Barcelona, 2001. Print.
Sales, Luis. Reflexiones en torno al concepto de sublimación en Freud. Barcelona, 2009.  https://books.google.com/
Selden, Raman & Widdowson, Peter.  A Reader’s Guide to Contemporary Literary Theory.Third Edition. The University Press of Kentucky, Lexinton, Kentucky, 1993. Print. 
























































































































































No comments:

Post a Comment

La mujer araña: Louise Bourgeoois

  La gigantesca araña Maman (1999) es una pieza de bronce-acero inoxidable-y-mármol fue tallada por la artista franco-estadounidense Louise ...