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Tuesday, December 22, 2020

Paseando por "la rampa" entre Las Vegas y La Habana

por Olga L. Miranda 

"Nuestra necesidad de consuelo es insaciable" dijo Stig Dagerman. Entonces, buscando alivio a tanto encierro no fuimos el viernes pasado Mike y yo a dar un paseo por "la rampa”, bueno... por Las Vegas Boulevard o “la strip”. Aprovechamos la tranquilidad reinante en la céntrica avenida debido al cierre parcial de los negocios para "sumergirnos en los abismos de la realidad", como solía hacer Virgilio Piñera, según narra Abilio Estévez en su "inventario". Normalmente, una noche de viernes está abarrotada de turistas.

Yo le llamo ‘la rampa” porque sostengo que La Habana y Las Vegas se parecen mucho. Bueno, es que ambas emergieron a la segunda modernidad en la misma época, por allá por los cincuenta. Tienen muchas cosas en común, desde la arquitectura, por ejemplo la presencia del art-deco, hasta esa atmósfera de sensualidad, de atrevimiento, de libertinaje y disfrute que fue La Habana de los 50s colmada de clubes, cabarets, teatros, bares y casinos; de igual manera, Las Vegas fue concebida, con todo eso y más, como la "ciudad del pecado". Dos urbes diseñadas para desafiar la legalidad y la moral tradicional enfocadas en el deseo y el placer con todas sus tentaciones y atractivos. Existió incluso la idea de un mega proyecto de desarrollo turístico conocido como el triángulo Miami-La Habana-Las Vegas. Por cierto, ambas ciudades comparten muchos nombres, por ejemplo, en Las Vegas tenemos el hotel Tropicana, el Flamingo, y también shows como los de los cabarets habaneros de antaño.

En definitiva, yo siempre ando buscando en cada esquina vegana un pedazo del Vedado o de Marianao. Creo debe ser eso que llaman "la nostalgia del emigrante".

Hará unos cinco años anduvo de visita por acá mi querido amigo Juan Pin. Yo gustosa y feliz del reencuentro le propuse irnos a pasear por el downtown de Las Vegas que es donde se puede apreciar mejor el esplendor y el glamour que tuvo la ciudad en sus orígenes. Es lo que hoy algunos llaman “vintage vegas”. Entonces, cuando caminábamos por una de las calles del downtown le dije a Juanpin: “mira, este edificio es idéntico al edificio de la facultad de economía de la UH, el que está en L entre 23 y 21, a un costado el cine Yara, esta parte de Las Vegas se parece al Vedado". En ese instante, él se detuvo en seco, me miró directo a los ojos entre sorprendido e incrédulo, parecía decirme ¿ con qué hongo alucinas ? yo no entendía su reacción, pero de pronto su mirada se volvió pícara y burlona y me dijo con su sentido del humor característico entre sarcástico e indulgente: "ni esto se parece al Vedado, ni ese edificio tiene nada que ver con el de la facultad de economía". Yo quedé perpleja. Primero sentí como que era muy cruel lo que me decía, me había roto la ilusión de imaginar en Las Vegas las esquinas habaneras donde transcurrió mi vida. Me dolió su egoísmo de querer tener a La Habana sólo para él y robármela hasta de mis recuerdos. Yo tengo derecho a tener a mi habana conmigo y llevarla a donde yo quiera. Pero después nos reímos mucho los dos, claro, quién no se ríe con las cosas de Juanpin. Le dije: ”tú tienes razón, es una gran tontería mía, esto no es La Habana, ni se parece”, y pensé... sólo trato de buscar consuelo a la pérdida irreparable de una ciudad que me abandonó y que yo también abandoné.













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