“Los limites de mi lenguaje son los limites de mi mundo”, decía el filósofo austriaco Ludwing Wittgenstein, con lo cual expresaba cómo los conceptos fundan sistemas lógicos que acotan nuestra experiencia en el mundo. Así, todo lenguaje es una expresión de la forma de pensar y, por tanto, de vivir tanto de los individuos como de la sociedad.
Tras concluir que el español, especialmente el de México, es el idioma más feliz, Peter Dodds y su equipo desarrollaron un “hedonómetro”; un programa para medir la felicidad de ciertas obras literarias clásicas. El resultado: Moby Dick era una de las obras más positivas, mientras que la novela rusa Crimen y castigo una de las más tristes.
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