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Nada indica que el Estado cubano —el país, en definitiva— sea hoy más democrático que hace una semana o que hace un año. De hecho, el 2020 ha dejado un saldo represivo que está a la vista de todos, mientras que las últimas horas han confirmado el talante autoritario de la institucionalidad y el maniqueísmo grosero de los discursos que esta bombea, pródigamente, a través de los medios oficiales, hacia una población custodiada estrechamente por un muro de consignas y hastío.
No obstante, puede que algo haya comenzado a cambiar después de todo. Puede que algo haya nacido este viernes. Se haya sembrado un precedente. Algo que compete a la ciudadanía, a la sociedad civil genuina y de ninguna manera al Estado omnímodo que mira, secretamente horrorizado, esa manifestación de algunos cientos de jóvenes ante el Ministerio de Cultura como a una cabeza de Hidra que pudiera empezar a multiplicarse a medida que se le dan machetazos…
Con razón, quienes allí se reunieron parecen haber sentido que asistían a un momento luminoso (aunque les cortaron la luz un buen rato), y que ellos mismos eran, en efecto, esa luz… Y así se fueron luego a dormir atravesando la madrugada.
Pero antes hubo un jueves negro. Fuerzas de la policía política utilizaron una excusa irrisoria (supuesta violación del protocolo de COVID-19) para desalojar violentamente —bajo el manto de un apagón provocado de las redes sociales— la sede del Movimiento San Isidro (MSI), donde varias personas se mantenían desde el 18 de noviembre en huelga de hambre.
Los huelguistas —cinco en el momento del allanamiento, incluidos el artista Luis Manuel Otero Alcántara y el rapero Maykel Osorbo, quienes también se habrían abstenido de beber agua durante una semana— y sus acompañantes, fueron detenidos y no se supo nada de ellos hasta transcurridas varias horas. Para describir ese hecho tenemos a mano varios sintagmas: detención arbitraria, secuestro o abducción express, violencia de Estado…
«Entre el momento en que rompieron la puerta de Damas 955 a patadas y entraron como una manada díscola, y el momento en que me bajaron del camión-celda y me despedí con abrazos de los que todavía quedaban dentro, se selló finalmente la hermandad de un lapso excepcional. Había santeros, cristianos, musulmanes, budistas, adolescentes, yo. Nos estábamos riendo detrás de la reja, y le decíamos al policía que el reo era él. Denis Solís sigue preso, no puede quedarse solo», escribió tras su liberación Carlos Manuel Álvarez, director de El Estornudo, quien llevaba dos días en la casa de Damas 955.
Esa noche de jueves es el disparador de lo que habría de ocurrir este 27 de noviembre. Los retratos de la fotógrafa Evelyn Sosa perfilan esa tarde en que decenas de jóvenes artistas e intelectuales se congregaban ante las puertas del Ministerio de Cultura en La Habana. Con el curso de las horas llegarán muchos más. Luego, incluso, llegarán artistas reconocidos de otras generaciones que apoyarán igualmente la protesta y la demanda de interlocución con el Ministerio…
En la noche, una representación de 32 personas elegidas por los manifestantes ingresará al edificio para dialogar con las autoridades (no con el ministro, como era la exigencia original) y, tras varias horas de debate, saldrán con una lista de acuerdos que para algunos ahora resultan esperanzadores.
Sin embargo, algunas de las voces más radicales de la oposición y el activismo en la isla señalan ese diálogo como otra concesión al poder, que a todas luces maniobró para sacar presión y para aplazar el cumplimiento de las demandas más urgentes (la liberación del rapero contestatario Denis Solís y también del artista Luis Manuel Otero Alcántara), inspiradas por la huelga de hambre en la sede del Movimiento San Isidro.
A la espera de próximas reuniones, esos acuerdos fueron: 1) abrir un canal de diálogo entre las instituciones y los artistas; 2) los funcionarios se interesarían con urgencia por las situaciones de Denis Solís y Luis Manuel Otero Alcántara; 3) el desarrollo de agenda de trabajo múltiple con todos los artistas; 4) revisión de una declaración de la Asociación Hermanos Saíz (AHS); «tregua» con los «espacios independientes» que reúnen a los artistas;) 5) el ministro de Cultura se reunirá con los representantes de la protesta el jueves o viernes de la semana próxima; 6) garantías de que no habría consecuencias para los manifestantes.
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