EL MILAGRO, EL MISTERIO Y LA AUTORIDAD EN EL FUTURO DE CUBA.
por Olga L. Miranda
Escucho a muchos por estos días decir que solo un milagro podrá salvar a Cuba y producir un cambio hacia la prosperidad, se apuesta por la magia tecnológica y la comunicación instantánea que facilitan las nuevas redes sociales, el acceso a internet, etc. Hay esperanza en que estos medios podrían realizar el milagro de la unidad necesaria para una “primavera” caribeña.
Otros piensan que es un misterio la permanencia por 62 años de un sistema fracasado a pesar del sufrimiento, la mordaza al espíritu y el abandono de “la Isla mas hermosa que ojos humanos han visto” por millones que han emigrado a tierras extrañas.
También se comenta que solo una nueva autoridad legitima, un nuevo líder -tal vez joven, hermoso, inteligente y bien amado-podrá guiar al rebaño y producir el milagro…..y entonces….la libertad. Los continuistas siguen adorando al hombre-Dios del castrismo como carta de triunfo.
Por casualidad, me leo “El Gran Inquisidor” de Dostoievski y encuentro afirmaciones implacables y descorazonadoras que pueden asociarse de forma malintencionada- dirán algunos- al tema de Cuba . Pero es solo literatura, no hay que dejarse llevar mucho….bueno, digo yo, no sé.
El Gran Inquisidor dialoga con Jesús que ha regresado a la Tierra después de varios siglos. Este lo ha encerrado en una celda y piensa ajusticiarlo al día siguiente como ha hecho con otros herejes. Aquí les dejo un fragmento que pueden relamer y meditar.
“…Como ves, la primera de la tres preguntas encerraba el secreto del mundo. ¡Y tú la desdeñaste! Ponías la libertad por encima de todo, cuando, si hubieras consentido en tornar panes las piedras del desierto, hubieras satisfecho el eterno y unánime deseo de la Humanidad; le hubieras dado un amo. El más vivo afán del hombre libre es encontrar un ser ante quien inclinarse. Pero quiere inclinarse ante una fuerza incontestable, que pueda reunir a todos los hombres en una comunión de respeto; quiere que el objeto de su culto lo sea de un culto universal; quiere una religión común. Y esa necesidad de la comunidad en la adoración es, desde el principio de los siglos, el mayor tormento individual y colectivo del género humano. Por realizar esa quimera, los hombres se exterminan. Cada pueblo se ha creado un dios y le ha dicho a su vecino: “¡Adora a mi dios o te mato!” Y así ocurrirá hasta el fin del mundo; los dioses podrán desaparecer de la tierra, mas la Humanidad hará de nuevo por los ídolos lo que ha hecho por los dioses. Tú no ignorabas ese secreto fundamental de la naturaleza humana y, no obstante, rechazaste la única bandera que te hubiera asegurado la sumisión de todos los hombres: la bandera del pan terrestre; la rechazaste en nombre del pan celestial y de la libertad, y en nombre de la libertad seguiste obrando hasta tu muerte. No hay, te repito, un afán más vivo en el hombre que encontrar en quien delegar la libertad de que nace dotada tan miserable criatura…
(….)
…Hay sobre la tierra tres únicas fuerzas capaces de someter para siempre la conciencia de esos seres débiles e indómitos — haciéndoles felices — : el milagro, el misterio y la autoridad. Y tú no quisiste valerte de ninguna…”
Entonces me pregunto:
¿Realmente todos los cubanos queremos la libertad o existen otras prioridades? ¿Estamos preparados para ser libres o seguimos dependiendo del milagro, el misterio, y la autoridad?
¿Qué significan los conceptos libertad y democracia para lo cubanos de hoy? ¿Somos, definitivamente, una cultura adoradora de milagros, de amos y caudillos, o somos creadores y creedores de los derechos y libertades para todos? Leer en estos últimos días muchos posts con motivo del aniversario del nacimiento de Fidel Castro, donde se le rinde un culto insano, me hace pensar que en mucho no hemos superado la primera etapa evolutiva.
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