Nunca hubo un asesinato más anunciado: la fórmula perfecta del horror y del dolor
Por OlgaL. Miranda
Proverbio africano: "el niño que no sea abrazado por su tribu, cuando sea adulto quemará la aldea para poder sentir su calor".
Este martes 24 de mayo Jailah Nicole amaneció con un mal presentimiento y dijo a su mamá que no quería ir a la escuela. Era algo extraño porque era una niña feliz que amaba su escuela. Verónica, la mamá, logró convencerla de asistir y después todo transcurrió normalmente. En la escuela primaria Robb los niños estaban felices, celebraban el ultimo día del curso, recibían certificados de honor y de reconocimiento por sus logros. Sin embargo, a unos pasos de la escuela, en la humilde vivienda de una familia hispana no había un ambiente de felicidad. Un joven reservado y solitario, según lo describen allegados, a quien le gustaban las armas y era apasionado de videojuegos como Fortnite y Call of Duty en la Xbox, tenía un plan siniestro para ese día. A las 11: 20 de esa mañana, ese joven, que había cumplido 18 años apenas hacia una semana, y se hacia llamar Salvador Ramos, discute con su abuela, ella quiere impedir que salga de la casa, él le tirotea en la cara, roba su carro y se dirige a la escuela primaria cercana, choca el auto en una zanja y lo abandona, camina hacia la escuela cargado de armas y comienza a disparar desde afuera, logra irrumpir en el lugar por la puerta trasera con un arma de alto calibre en sus manos y cientos de municiones. Una hora más tarde ha asesinado a mansalva a 19 niños y dos maestras luego de encerrarse con ellos en los salones de clase 111 y 112 por casi una hora sin que nadie logre controlarlo. Al cabo, los oficiales entran y matan a Salvador Ramos. Todos los fallecidos son hispanos.
Horas más tarde, los padres de Jaliah son informados oficialmente de que la niña y su primo están entre las víctimas del tiroteo ocurrido en la escuela. Ellos sienten un profundo dolor agudizado por el sentimiento de culpa al recordar que Jaliah no quería ir a la escuela aquella mañana. Ellos ignoraron su presentimiento, quién sabe, tal vez la niña percibió señales que anunciaban la desgracia que los padres desconocieron.
Entonces, la pregunta que todos se hacen, ¿se pudo evitar la tragedia? ¿cómo es posible que ocurra una masacre de estas dimensiones en un poblado donde todos son tan cercanos, donde la mayoría son hispanos que habían el mismo idioma y comparten la misma cultura?
“Todo el mundo se conoce en este pueblo, es como una gran familia” es la frase más mencionada por los residentes de Uvalde al comentar la tragedia ocurrida en la escuela primaria Robb el pasado martes, 24 de mayo.
Uvalde es un pequeño poblado de Texas con 16 mil habitantes, 85 % de origen hispano que se encuentra a 80 millas al oeste de San Antonio, Texas, y a sólo 54 millas al este de la frontera con Mexico, por el estado de Coahuila. Es decir, está más cerca de México que de la ciudad estadounidense. Recibe su nombre en memoria del general español Juan de Ugalde, quien fuera comandante de Texas y dirigió armadas militares contra las tribus apaches de la región.
Es decir, Uvalde es una comunidad bastante cohesionada culturalmente. El abuelo del pistolero afirma en una entrevista que es amigo de algunos de los abuelos de los niños asesinados, una de las víctimas es nieta del alguacil. Salvador Ramos debía conocer probablemente a familiares de los niños que ametralló. Todos se conocían.
Ahora bien, yo me pregunto, ¿quién conocía a Salvador Ramos? aparentemente nadie lo conocía bien. Su abuelo ha declarado que no sabía que él había comprado esas armas. Su madre confiesa que la última vez que habló con él fue el día de su cumpleaños, el 16 de mayo. Es decir, las personas más cercanas y responsables de Salvador Ramos ignoraban totalmente lo que él estaba haciendo, pensando y sintiendo en un momento donde obviamente atravesaba por una profunda crisis emocional y sicológica.
Salvador Ramos solía cortarse la cara, y algunos conocidos declaran que él decía que esto era divertido. Su madre, sin embargo, dice que él no hacia daño a nadie, que era un muchacho tranquilo. Al parecer ella ignoraba que él se hacia daño así mismo, lo cual es una gravísima señal de alarma de serios trastornos emocionales, de agresividad reprimida y demás.
Salvador Ramos había dejado de asistir a la escuela preparatoria donde cursaba el último año. Algunas allegados confiesan que estaba mal porque no se iba a poder graduar como sus compañeros, ¿a alguien le preocupó eso? ¿qué hicieron sus maestros, padres, abuelos, autoridades escolares?
Salvador Ramos dejó de ir asistir al trabajo días antes, dicen algunos compañeros de trabajo que no tenia amigos, ¿a quién le preocupó eso?
Salvador Ramos compró, entre el 17 y el 20 de mayo, es decir casi una semana antes de los trágicos hechos, varias armas de alto calibre y una gran cantidad de municiones en una tienda local, ¿a nadie le preocupó eso? ¿Cómo es posible que a un chico que es casi un niño, que está dando señales de conducta antisocial y agresiva se le conceda el derecho de portar armas de alto poder letal? ¿Cómo es posible que la sociedad autorice beber alcohol a los 21 pero permita comprar armas potentes a los 18? Todo un absurdo justificado por los poderosos intereses financieros de los negociantes de armas.
Salvador Ramos expresó su gusto por las armas en las redes en varias ocasiones y hasta dijo que iba a tirotear una escuela momentos antes del crimen. Claro, él encontró las condiciones perfectas, cumplió 18 y lo primero que hizo, al dia siguiente, fue comprar armas potentes para lograr sus desquiciados planes.
Todas estas señales de alarma fueron totalmente ignoradas y las leyes sobre el control de armas favorecieron el decursar de los acontecimientos. Todas las condiciones estaban dadas para la tragedia. Bueno, al final era un adolescente difícil, todos los adolescentes lo son, siempre decimos eso para justificar el no hacer nada. Por demás, era miembro de una familia hispana disfuncional y pobre, hijo de padres con problemas ellos mismos. Su padre tenia un amplio historial criminal. El caldo de cultivo perfecto para la tragedia.
Salvador Ramos gritó a los cuatro vientos su frustración y su odio, dio muchas señales para que alguien lo salvara de si mismo, pero lo ignoramos y la rueda de la fatalidad marcó su destino puntualmente como reloj suizo. Y eso vas seguir sucediendo puntualmente, no tengo dudas. No importan las medidas de “seguridad” que pongan en las escuelas, ni lo alto de las cercas que las rodeen, ni los guardias se seguridad que las vigilen. Mientas existan adolescentes con problemas que son ignorados y que no estaán recibiendo la ayuda sicológica que necesitan, y además tengan acceso fácil y descontrolado a armas potentes esto va a seguir sucediendo con la exactitud de un reloj suizo.
Cuando empecé a trabajar de maestra en este país uno de los primeros principios pedagógicos que aprendí fue el de “ignorar”. Este principio consiste en desarrollar la habilidad de obviar a los chicos majaderos, en fingir que no pasa nada y que todo está bien cuando estos son disruptivos. Es decir, cuando hay niños con problemas de conducta que tratan de llamar la atención siendo violentos, agresivos, destructivos, que maltratan a otros, gritan, etc. hay que prescindir de ellos, desoírlos, desatenderlos. Esto se basa en la tesis de que estos niños solo quieren llamar la atención entonces es mejor ignorarlos para que no logren su propósito y se tranquilicen, y asi, ellos solos, cuando vean que no le hacen caso, van a dejar de comportarse de manera “llamativa” y “escandalosa”. Este consejo también se les da a los otros niños que deben sufrir las travesuras de los mal portados.
Recuerdo que cuando había un niño así en el salón de clases que yo cuidaba siempre venia una autoridad del centro y me decía ”ignóralo, no le hagas caso, cuando vea que nadie le hace caso no lo hace más”. Y yo siempre me sentía tan mal porque notaba que detrás de la histeria del niño o la niña había sufrimiento, miedo, desconocimiento o necesidad de afecto A mí, eso siempre me pareció algo incorrecto y, claro que, nada educativo. Pienso que es un principio que va incluso contra el sentido común y la más elemental psicología infantil y del adolescente. Si un niño o adolescente tiene problemas de conducta y trata de llamar la atención de manera inadecuada es precisamente porque se siente ignorado, entonces al portarse mal está “gritando” por afecto, por amor, por cercanía y orientación. Si lo ignoramos sólo acentuamos su dolor, su frustración y su desorientación.
Salvador Ramos estaba desorientado, frustrado, perdido, posiblemente deprimido y enojado con la humanidad, solo, abandonado e ignorado, y en algún punto desquiciado e incapaz de salir de un hueco obscuro. Se convirtió en un ‘hater”, un “joker” con acceso fácil a los medios perfectos para liberar todo ese odio, las armas perfectas.Todos sus gritos de dolor y de odio fueron desoídos. Él mismo quería morir, sus acciones fueron suicidas también. Pero la sociedad lo ignora, lo abandona y luego le da las armas para que desate su dolor, su frustración y su odio. Esta es la fórmula perfecta del horror y la muerte que algunos líderes de este país y muchos adultos han creados para los niños y los jóvenes. Todos debemos sentirnos responsables de esta desgracia. Esto seguirá pasando sino se toma conciencia de las causas más profundas y verdaderas de estas tragedias. Salvador Ramos es también otra víctima de una sociedad disfuncional.