si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio,
pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor,
la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición,
sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba;
aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada,
la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta
libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta,
la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido;
si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
Uno de los poemas de amor mas bellos de la literatura hispana. Su autor, Luis Cernuda (1902-1963), otro de los poetas del Siglo de Plata español.
Meditaciones sobre Lorca
por Olga Miranda
Lorca, ¿por qué te abandonó tu “duende" aquella noche de agosto del 36? Fuiste y eres “el alma de Andalucía”, un artista superior dotado de una “intuición poética” excepcional. "No ha existido criatura en las letras hispanas —tal vez desde Lope de Vega— con tanta luminosidad, poderío y “duende” que haya hecho más en tan poco tiempo como este egregio granadino”, afirma Camilo Valverde.
Federico Garcia Lorca elevó el universo cultural ancestral del sur de España al rango de expresión sublime del alma humana. Como dijo Alberti, "hasta en sus creaciones de “Poeta en Nueva York” el es un andaluz perdido entre muelles y avenidas de rascacielos” (parafraseo). Sus poemas poseen ese dramatismo hondo que emerge del choque de sentimientos encontrados de odio y amor, tienen el ritmo y movimiento del torero en el ruedo y hasta el olor de la sangre derramada; tienen la música del cante jondo y la gestualidad del baile flamenco.
Pero también su poesía expresó la nueva sensibilidad estética del modernismo. En los romances del poeta granadino, a pesar del uso de la métrica tradicional, subyacen la ambigüedad, el suspenso, el silencio, la duda, el presagio y el misterio. Estos poemas poseen, por otra parte, una visualidad alucinante tanto del ambiente como de la interioridad sicológica de los personajes ya que transmiten una atmósfera de tensión, de batalla interior y de fatalidad. Uno siente que alguna tragedia está en camino, pero no se sabe con certeza, y es inevitable, porque es el destino. Todo esto pone en primer plano la idea de cuan irracional, fugaz e incontrolable es la vida humana. Lorca recreó de manera especial en sus obras la nueva imaginación poética de la modernidad de inicios de aquel nuevo siglo XX. Sus metáforas están dotadas de gran subjetividad y simbolismo. Esto rompía con los esquemas tradicionales del realismo y del romanticismo al invertir la posición de la mirada poética. Ahora la poesía crea un universo simbólico y subjetivo que tiene sus propias leyes y códigos los cuales se centran en la insondable, efímera y enigmática vivencia individual. Los límites entre realidad e imaginación son difusos. Lo surreal es otra realidad subjetiva que nos acompaña.
Son indescifrables, por ejemplo, estos versos: "Bajo la luna gitana/las cosas le están mirando/y ella no puede mirarlas”. ¿Las cosas miran a la gitana? ¿que significa esto en términos estéticos y filosóficos? Podríamos pensar que el mundo “material” que nos rodea tiene como la impronta de aquellos códices mayas que relatan y predicen la historia del universo, su origen, su curso, lo que somos y seremos. Entonces, por mas que tratemos de enmascararnos o escapar, la realidad nos envuelve en una danza de espejos y retorna nuestra propia mirada que es a veces la más cruel. Construimos un mundo con nuestras ideas e impulsos y luego este nos hace a nosotros y nos cobra el precio del deseo. Soñamos y somos soñados.
Federico Garcia Lorca (1998-1936) Romance sonámbulo(1928)
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda,
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas le están mirando
y ella no puede mirarlas.
*
Verde que te quiero verde.
Grandes estrellas de escarcha,
vienen con el pez de sombra
que abre el camino del alba.
La higuera frota su viento
con la lija de sus ramas,
y el monte, gato garduño,
eriza sus pitas agrias.
¿Pero quién vendrá? ¿Y por dónde...?
Ella sigue en su baranda,
verde carne, pelo verde,
soñando en la mar amarga.
*
Compadre, quiero cambiar
mi caballo por su casa,
mi montura por su espejo,
mi cuchillo por su manta.
Compadre, vengo sangrando,
desde los montes de Cabra.
Si yo pudiera, mocito,
ese trato se cerraba.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama.
De acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda.
¿No ves la herida que tengo
desde el pecho a la garganta?
Trescientas rosas morenas
lleva tu pechera blanca.
Tu sangre rezuma y huele
alrededor de tu faja.
Pero yo ya no soy yo,
ni mi casa es ya mi casa.
Dejadme subir al menos
hasta las altas barandas,
dejadme subir, dejadme,
hasta las verdes barandas.
Barandales de la luna
por donde retumba el agua.
*
Ya suben los dos compadres
hacia las altas barandas.
Dejando un rastro de sangre.
Dejando un rastro de lágrimas.
Temblaban en los tejados
farolillos de hojalata.
Mil panderos de cristal,
herían la madrugada.
*
Verde que te quiero verde,
verde viento, verdes ramas.
Los dos compadres subieron.
El largo viento, dejaba
en la boca un raro gusto
de hiel, de menta y de albahaca.
¡Compadre! ¿Dónde está, dime?
¿Dónde está mi niña amarga?
¡Cuántas veces te esperó!
¡Cuántas veces te esperara,
cara fresca, negro pelo,
en esta verde baranda!
Vicente Aleixandre (1898-1984)
"Si repasamos suavemente la memoria,
si desechando vanos ruidos o inclemencias o estrépito,
o nauseabundo pájaro de barro contagiable,
nos echamos sobre el silencio como palos adormecidos,
como ramas en un descanso olvidadas del verde,
notaremos que el vacío no es tal, sino él, sino nosotros,
sino lo entero o todo, lo único.
Todo todo, amor mío, es verdad, es ya ello.
Todo es sangre o amor o latido o existencia,
todo soy yo que siento cómo el mundo se calla
y cómo así me duelen el sollozo o la tierra”
(fragmento de “Plenitud”, poema de Vicente Aleixandre)
Este poeta español fue miembro de la llamada generación del 27 y mereció el Nobel en 1977. Y como dato curioso de su vida pues resulta que a este escritor una vez le quisieron filmar durante una entrevista en la sala de su casa donde se suponía que el escribía, pero él se negó asegurando que la cama era su lugar de creación.
Pio Baroja (1872-1956)
Pío Baroja fue un gran crítico de la sociedad española de su tiempo. En la foto aparece Hemingway cuando lo fue a visitar, el escritor español ya estaba enfermo y su muerte era cercana. Las reflexiones filosóficas en su novela "El árbol de la ciencia" son una delicia. Pero lo mejor es su ironía tan fina y mordaz. Dice Andrés Hurtado, el protagonista, en la primera parte de la novela, describiendo la urbe madrileña a fines del siglo XIX
"El estudiante culto, aunque quisiera ver las cosas dentro de la realidad e intentara
adquirir una i
dea clara de su país y del papel que representaba en el mundo, no podía.
La acción de la cultura europea en España era realmente restringida, y localizada a
cuestiones técnicas, los periódicos daban una idea incompleta de todo; la tendencia
general era hacer creer que lo grande de España podía ser pequeño fuera de ella y al
contrario, por una especie de mala fe internacional.
Si en Francia o en Alemania no hablaban de las cosas de España, o hablaban de
ellas en broma, era porque nos odiaban; teníamos aquí grandes hombres que producían
la envidia de otros países: Castelar, Cánovas, Echegaray... España entera, y Madrid
sobre todo, vivía en un ambiente de optimismo absurdo. Todo lo español era lo mejor.
Esa tendencia natural a la mentira, a la ilusión del país pobre que se aísla, contribuía
al estancamiento, a la fosilificación de las ideas.
Aquel ambiente de inmovilidad, de falsedad, se reflejaba en las cátedras. Andrés
Hurtado pudo comprobarlo al comenzar a estudiar Medicina. Los profesores del año
preparatorio eran viejísimos; había algunos que llevaban cerca de cincuenta años
explicando.
Sin duda no los jubilaban por sus influencias y por esa simpatía y respeto que ha
habido siempre en España por lo inútil. "
Antonio Machado (1875-1939)
“Tengo un gran amor a España y una idea de España completamente negativa. Todo lo español me encanta y me indigna al mismo tiempo. Mi vida está hecha más de resignación que de rebeldía; pero de cuando en cuando siento impulsos batalladores que coinciden con optimismos momentáneos de los cuales me arrepiento y sonrojo a poco indefectiblemente. Soy más autoinspectivo que observador y comprendo la injusticia de señalar en el vecino lo que noto en mí mismo. Mi pensamiento está generalmente ocupado por lo que llama Kant conflictos de las ideas trascendentales y busco en la poesía un alivio a esta ingrata faena. En el fondo soy creyente en una realidad espiritual opuesta al mundo sensible.”
Antonio Machado – Autobiografía
El 5 de mayo de 1941, fue expulsado post mórtem del Cuerpo de Catedráticos de Instituto. Habría que esperar hasta 1981 para ser rehabilitado como profesor del instituto Cervantes de Madrid.
José Martínez Ruíz (Azorín) (1873-1967)
"Y las horas han ido pasando; ha disminuido el nimbo resplandeciente de las ventanas; una tras otra van desapareciendo, apagándose. Hay durante todas estas horas de prima noche algo como una lucha, como una porfía entre las ventanas, el faro y el oleaje. Pero las ventanas son más débiles; son inconstantes; son delicadas; son volubles. Y asi van cediendo, como con cierta ironía, elegante y plácida, ante la tozudez indómita de las olas. Y ya todos los cuadros luminosos han desa
parecido. Un profundo silencio, una densa obscuridad reina en el mar y en la costa. Y entonces, ya solos, frente a frente, en el misterio de la noche, comienza el coloquio —símbolo eterno—entre el faro —que es la fuerza del hombre —y el oleaje inquieto y perdurable — que es la fuerza de la Naturaleza”.
Azorín “Una ciudad” 1904
Nadie pudo trasmitir mejor ese sobrecogimiento, esa intimidad entre escritor y lector a través de un simple relato, que el exquisito escritor alicantino.
Juan Ramón Jiménez (1881-1958)
El viaje definitivo
… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará nostáljico…
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.
Juan Ramón Jiménez (1881-1958), el gran poeta español figura cimera del modernismo también vivió en Cuba un tiempo.
Fueron varios de los grandes escritores hispanoamericanos que dejaron huellas en Cuba: Lorca, Maria Zambrano, Valle-Inclán, Rafael Alberti, Juan Ramón. Algún día habra que reunir esas historias, investigar sus pasos por la Mayor de Las Antillas. Creo vale la pena. Aunque saber todo esto me hace comparar y sentir tristeza pues pienso que ya Cuba no es nada intelectualmente, ni sus propios hijos letrados viven allá, andan regados por el mundo en diáspora interminable. Que pena me da mi Perla de antaño, que ya se va haciendo roca pelada por la furia del mar y la furia de los tiranos!
Los últimos dos años de vida del poeta español Juan Ramón Jiménez transcurrieron en Puerto Rico. Muy triste esta etapa. (Zenobia fue su esposa de origen boricua, Moguer es el nombre del pueblo donde nació en la provincia de Huelva). Es muy interesante que vivió en Miami en 1939 y escribió poemas bajo el título “Romances de Coral Gable”.
1956
"El 25 de octubre, dos días antes de la muerte de Zenobia, Juan Ramón recibe el Premio Nobel de Literatura: «Por su pureza lírica, que constituye, en lengua española, un ejemplo de alta espiritualidad y de pureza artística». El profesor Jaime Benítez, rector de la Universidad de Puerto Rico, viaja a Suecia y recoge en Estocolmo el premio en nombre del poeta, quien se lo dedica a su mujer.
1957
Juan Ramón se encierra en su casa durante meses y no quiere ver a nadie. Se recupera gracias a la intervención y cuidados profesionales de la enfermera María Emilia Guzmán, quien lucha contra la depresión y la actitud terca de Juan Ramón hasta devolverle la salud y la lucidez, aunque no la alegría.
A partir de ese momento pasa sus tardes en la Sala Zenobia-Juan Ramón de la biblioteca y allí quería siempre oír una cinta grabada con la voz de Zenobia recitando algunos poemas. Durante todo este tiempo, todos sus archivos, sus libros y papeles son trasladados a esta sala.
1958
En febrero, Juan Ramón sufre una caída, en la que se fractura la cadera derecha. Es operado y se recupera prontamente, aunque permanece en una silla de ruedas en el hospital de Hato Tejas. Allí lo visitan don Juan de Borbón, y el alcalde de Madrid. Su sobrino, Francisco Hernández-Pinzón, regresó a Puerto Rico para estar cerca de Juan Ramón e intentar llevárselo a España con su familia. Hubo una polémica entre los administradores de la universidad que querían que Juan Ramón permaneciera en Puerto Rico y su sobrino que quería llevarlo con él para que no estuviese solo. Juan Ramón, que por su salud no tenía fuerzas para tener disgustos de ningún tipo, dijo que quería quedarse cerca de la tumba de Zenobia.
Muy pronto después, el 26 de mayo, Juan Ramón enfermó de bronconeumonía y fue llevado a la clínica Mimiya de Santurce, la misma donde había estado ingresada su esposa antes de morir. El 28 por la noche empezó a agonizar. Llamaba a su madre y mencionaba a Moguer. Minutos antes de las cinco de la madrugada fallecía, acompañado de su sobrino Francisco Hernández-Pinzón y de algunos dignatarios puertorriqueños.
Tras su muerte, Francisco Hernández-Pinzón hizo los preparativos para trasladar en avión los féretros de Juan Ramón y Zenobia, los cuales llegaron a Madrid el 4 de junio. En Madrid fueron recibidos por la familia del poeta, autoridades, amigos, periodistas, académicos y público en general. La comitiva fúnebre marchó por carretera a Moguer, pasando por Sevilla. El 6 de junio, los restos mortales de Juan Ramón y Zenobia recibieron sepultura en el cementerio moguereño de Jesús. En el testamento, Juan Ramón había legado a partes iguales el importe del Premio Nobel a su Casa-Museo de Moguer y a la Sala Zenobia Juan Ramón de la Universidad de Puerto Rico, uniendo así España y América, los dos lugares donde discurrió su vida.
Nada más apropiado para cerrar esta cronología que las líneas con las que termina «Espacio», el poema cumbre de su obra última, poema de amor dedicado a la conciencia, canto desgarrador, bellísimo y único en nuestras letras, escrito por un hombre que se había enamorado del mundo y quería seguir existiendo para cantarlo en su obra.
"Conciencia…Conciencia, yo, el tercero, el caído, te digo a ti (¿me oyes, conciencia?). Cuando tú quedes libre de este cuerpo, cuando te esparzas en lo otro (¿qué es lo otro?), ¿te acordarás de mí con amor hondo; ese amor hondo que yo creo que tú, mi tú y mi cuerpo se han tenido... Dime tú todavía: ¿No te apena dejarme? ¿Y por qué te has de ir de mí, conciencia? ¿No te gustó mi vida?... ¿Y te has de ir de mí tú, tú a integrarte en un dios, en otro dios que este que somos mientras tú estás en mí, como de Dios?"