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Wednesday, July 20, 2016

"Bailar es tan importante como sumar"

Cuando leí el artículo que Karla Zumbado compartió en su pagina de Facebook, el cual lleva por título: Ken Robinson: “Pagamos un alto precio por sacar los sentimientos de la escuela", comenté lo siguiente:

"José Martí lo advirtió hace mas de un siglo cuando dijo que la escuela debía educar en el pensamiento y en la dirección de los sentimientos. Pero en la realidad la educación ha sido cientificista, positivista, pragmática y poco humanista. De ahi la crisis actual de la civilización. En pleno siglo 21 hoy día profesores universitarios en este país “altamente desarrollado" con grados de doctores me han recriminado que en mis escritos aparezca la palabra pedagogía argumentando que “no es una ciencia”. Que podemos esperar del futuro si así piensan los responsables de la educación de los jóvenes. La ignorancia con títulos académicos es mas peligrosa porque es arrogante y tiene poder para imponer ideas reaccionarias y decadentes. Por suerte a mi me formaron pedagogos, no “instructores”."

Además pensé que seguiré motivando a mis alumnos en mis clases de idioma español a que aprendan a bailar ritmos latinos. Lo he hecho a pesar de que mis maestros lo ven poco académico y no científico ja ja ja.

Marti afirmó: "Instrucción no es lo mismo que educación: aquélla se refiere al pensamiento, y ésta principalmente a los sentimientos"(Obras Completas, tomo 19, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 1975, pp. 375-376).













Brillante orador y escritor superventas, asesora a Gobiernos e instituciones para promover un sistema educativo que no encorsete el talento y se tome en serio la creatividad.




El País. Semanal. 
ACTUALIZADO MIÉRCOLES 13 DE JULIO DE 201600:05

HA SIDO asesor del ex primer ministro británico Tony Blair y de más de una decena de Gobiernos. Millones de personas siguen sus conferencias, gestionadas por la misma agencia que supervisa las apariciones del político George W. Bush o el Nobel de Economía Joseph Stiglitz. Sir Ken Robinson –la reina Isabel II lo nombró caballero en 2003 por el fomento de las artes– es uno de los pensadores educativos más solicitados de las últimas dos décadas. Y predica un mensaje devastador para la escuela tradicional: los niños nacen con cualidades que, a menudo, el sistema entierra. Su colegio, al que llegó por casualidad, le cambió la vida.
Era un crío de rizos pelirrojos que perseguía un balón en el barrio de Walton, en Liverpool, cuando su padre sentenció: “Este niño jugará al fútbol en el Everton”. Pero la polio se cruzó en su camino. A Ken Robinson (Liverpool, 1950) lo enviaron a un centro de educación especial para los descartados del sistema, niños con problemas físicos o retrasos en el aprendizaje. En aquella clase, que él define como “un montón de individuos diferentes que recordaba a la cantina de La guerra de las galaxias”, sus profesores, Mr. Strafford y Mrs. York, fomentaron las aptitudes que lo han convertido en uno de los grandes referentes de la enseñanza y en un prolífico escritor de best sellers.


“LA GENTE PIENSA QUE ES UNA EXCENTRICIDAD DECIR QUE LA ESCUELA FUNCIONA COMO UNA FÁBRICA, PERO ES CIERTO”

Ken Robinson llega sonriente a la cita en una oficina compartida a escasos metros del campus de la Universidad de California, en Los Ángeles. “Llevo muchos años aquí. Ya soy angelino”, comenta, aunque su piel pálida y su acento lo desmientan. El inglés se apoya en un bastón –tiene la pierna derecha más corta que la izquierda–, tiende una mirada brillante y enarbola un discurso rotundo: “Pagamos un precio muy alto por sacar los sentimientos de la escuela”.
Hace 15 años que vive en la megalópolis californiana. Tras dar clases en la Universidad de Warwick (Coventry, Inglaterra), recaló allí con su mujer, Terry, también de Liverpool y escritora, y con sus dos hijos, James y Kate.
El Elemento. Descubrir tu pasión lo cambia todo (Grijalbo, 2009), que se ha traducido a 21 idiomas, es su libro más conocido. Contiene las historias de éxito que desgrana en sus charlas. Habla, por ejemplo, de cómo Matt Groening, el creador de Los Simpson, encontró su camino cuando se enteró de que “había otras personas que no sabían dibujar pero vivían de ello”. O del economista Paul Samuelson, que siempre consideró los números “pura diversión”.






El éxito de Robinson está estrechamente ligado al crecimiento de las redes sociales. En febrero de 2006 protagonizó una charla TED –organización pionera en proponer un formato de conferencias breves que se difunden por Internet–, que desde entonces suma una media de 10.000 visionados diarios y roza ya los 40 millones. En aquella ponencia de 19 minutos y 24 segundos, que tituló ¿Matan las escuelas la creatividad?, cuenta la anécdota de una niña retraída que siempre pintaba en clase. “¿Qué dibujas?”, le preguntó la maestra. “Estoy pintando a Dios”, respondió. Cuando su profesora le hace entender que nadie lo ha visto nunca, ella replica: “Mejor, en cinco minutos podrán saber cómo es”.
En sus charlas defiende que bailar es tan importante como sumar. Creo que la gente que piensa que bailar no es importante, probablemente ni baila ni nunca lo ha intentado. Y lo digo en serio. Los humanos tenemos un cuerpo, no somos programas, y nuestra relación con él es fundamental para nuestro bienestar. Muchos problemas del mundo civilizado tienen que ver con la obesidad, la diabetes o la depresión. En Estados Unidos hay una generación de jóvenes que, por primera vez, puede que vivan menos que sus padres debido a enfermedades cardiacas y otras dolencias vinculadas a una dieta pobre y poco ejercicio. El sistema educativo trata la vida humana como si solo importase lo que existe entre las dos orejas. La danza está relacionada con el resto de las artes y ciencias, y yo defiendo una concepción holística de la inteligencia. Además, resulta que hay un montón de matemáticas en la danza, pregunte a cualquiera que baile profesionalmente.
En 1997, el Gobierno británico le pidió formar una comisión nacional para asesorarle sobre cómo potenciar la creatividad en la escuela de los 5 a los 18 años. ¿Ha cambiado el sistema educativo desde su informe? El Gobierno actual avanza en sentido contrario, como ocurre en Estados Unidos. Pero el de entonces, con Tony Blair de primer ministro, llevaba tiempo planteando que hacían falta cambios. El mundo evoluciona rápida y profundamente, y los sistemas educativos que funcionaban en el siglo XIX no sirven para los retos actuales. Cuando Blair llegó al poder lideró una serie de reformas que tuvieron justo el efecto contrario: más estandarización, más pruebas, un currículo menos flexible. Así que unos cuantos le dijimos que, ya que lo pregonaba, debía tomarse en serio la creatividad. Si defiendes la alfabetización y te importa que la gente aprenda a leer y a escribir, no te limitas a dejar libros a su alrededor a ver si muestran interés. Si vas en serio con la creatividad, necesitas una estrategia para impulsarla, por eso reuní a 50 personas y creamos una comisión gubernamental para diseñarla.

Ken Robinson, durante la entrevista en el campus de la UCLA de Los Ángeles. NANCY PASTOR
Robinson forma parte de una corriente de pensadores que busca transformar el sistema con innovaciones, y que se enfrenta a otra, también muy relevante, que reclama reforzar la disciplina y evaluar de forma sistemática el modelo. Rechaza la proliferación de exámenes estandarizados que se da en Estados Unidos –donde los alumnos se enfrentan a hasta un centenar de evaluaciones externas a lo largo de su vida escolar– y que está empezando a implantarse en España. Su modelo pasa por una escuela que promueva disciplinas como la danza o el teatro, y que experimente con técnicas novedosas como el aprendizaje basado en proyectos, consistente en enseñar a los alumnos a través de casos reales. Por ejemplo, montar una empresa de jabones para aprender química y economía.
Lo cierto es que han transcurrido casi dos décadas y sus ideas no han calado. Al menos no de forma mayoritaria. Bueno, es difícil saberlo. Pero llevo hablando de esto mucho más de 20 años. Empecé en 1972, cuando conseguí mi primer trabajo en educación. Y hay otros que comenzaron mucho antes: Maria Montessori, John Dewey y muchos más. Siempre ha habido expertos que han reclamado una aproximación más humana y personalizada y no un sistema que se asemeje a una cadena de producción industrial. La gente piensa que es una excentricidad decir que la escuela funciona como una fábrica, pero es cierto. Se divide en compartimentos separados, a los que la gente acude durante unas horas fijas; los días se distribuyen en bloques de tiempo y los alumnos son evaluados de forma periódica para saber si son aptos para seguir ahí. A los que no se adaptan se les responsabiliza de su fracaso, pese a que es el sistema el que les ha fallado. La gente entiende esto y cada vez hay más colegios que quieren aplicar otras teorías.
De ellos habla en su último libro, Escuelas creativas (Grijalbo). La educación es un sistema dinámico y complejo. Hablo con mucha gente y a menudo veo que han recibido una influencia positiva porque sienten que, de alguna forma, les estoy dando permiso para innovar. Trato de justificar por qué la creatividad no es un conjunto extravagante de actos expresivos, sino la forma más elevada de expresión intelectual. Así funcionan los grandes académicos. La ciencia se ha cimentado sobre un pensamiento rico, original y creativo unido al entendimiento crítico. Estas charlas han logrado abrir ese debate. Hay países enteros cambiando, como Finlandia, Corea del Sur, Singapur, Hong Kong y otras zonas de China, que ya empiezan a planteárselo.
¿Y Estados Unidos? Aún no. Al menos no a nivel nacional. Lo debaten, como hizo Inglaterra, pero luego hacen algo diferente. Afortunadamente, la educación va más allá de los discursos de los políticos. Yo trato de ayudar a la gente para que sean ellos los que modifiquen el sistema.
Usted proclama que los títulos universitarios ya no valen nada. No es que no valgan nada, es que valen menos. Cuando yo empecé en esto, si tenías un doctorado, formabas parte del 0,01% de la población mundial que lo había cursado, y ya no es así. Funciona como la inflación. Antes, una carrera era todo lo que necesitabas para conseguir un buen trabajo; ahora hace falta también un máster. ¿Dónde acaba? Supongo que dentro de unos años tendrás que ganar un Nobel para trabajar. “Ah, tienes un Nobel, qué bien. Pero ¿qué tal dominas el Excel?”. Las promesas de una buena educación superior comienzan a tambalearse. Algunos empiezan a pensar que tal vez no sea imprescindible ir a la universidad. Aunque, de momento, la pelota está en el campo de los titulados porque sus rentas son mayores que el promedio. Yo solo digo que eso está cambiando.

“ANTES UNA CARRERA ERA TODO LO NECESARIO PARA LOGRAR UN BUEN TRABAJO. AHORA HACE FALTA TAMBIÉN UN MÁSTER. ¿QUÉ SERÁ LO PRÓXIMO? ¿EL NOBEL?”

¿A quién perjudica el sistema actual? Cuando ves a niños a los que la escuela les da un mal servicio, que abandonan las aulas pensando que son estúpidos y acaban en las calles como pandilleros, en la cárcel, en trabajos precarios o que hunden su vida en antidepresivos y alcohol… No digo que la educación sea la respuesta a todo esto, pero creo que un mejor comienzo vital les brindaría la oportunidad de descubrir sus auténticas cualidades y elegir su camino. Esto ocurre a menudo en los buenos colegios. Hay profesores estupendos que son capaces de rescatar niños al borde del abismo y encauzarlos. Cuando digo que es una cuestión de derechos humanos no es una exageración: la gente tiene derecho a dirigir su propia vida.
En lo que Ken Robinson sí parece un auténtico angelino es en su aura de estrella. Sus charlas las gestiona la Washington Speakers Bureau, que pide un caché de entre 6.700 a 36.000 euros por conferencia. Además de figuras políticas estadounidenses, entre los representados de la agencia se encuentra el cocinero José Andrés o el expresidente José María Aznar. En 2015 le contrató Meridianos –que invitó a El País Semanal a Los Ángeles para entrevistar a Robinson–, la fundación española que busca opciones para menores marginados y que participa en la primera red europea de empleo para jóvenes exinfractores y en riesgo de exclusión social.
¿Cuál es el papel de los padres? Ahora trabajo en un libro dirigido a ellos, porque me preguntan mucho, y a veces las familias son parte del problema. Muchas de las presiones que llegan a los colegios provienen de padres angustiados por la educación de sus hijos. Otros muchos consideran que el sistema vigente está bien y piden más deberes y programas de refuerzo. Creo que les puedo ayudar porque solo conocen el modelo que vivieron ellos, y hay algunos mitos que me gustaría desterrar porque así presionarán para lograr un cambio. En Estados Unidos, los Estados están aprobando progresivamente el matrimonio homosexual, y eso hace 20 años era impensable. No estaba en la agenda, pero la gente transmitió que no tenía sentido y los gobernantes tuvieron que hacerles caso. El cambio llegó de abajo arriba, como ocurre siempre con los derechos civiles, y así es como debe transformarse el sistema.
¿Cómo educó usted a sus hijos? Me lo preguntan mucho y siempre respondo que cada niño es único. Mis chicos –el mayor, James, tiene ahora 31 años, y Kate ha cumplido 26– compartieron colegio en Inglaterra durante un tiempo. Para él era bueno, pero para ella no tanto. A James le interesa más la teoría, y a Kate, el diseño y la danza, y esa escuela era muy académica, así que decidimos cambiarla. Nos mudamos a Los Ángeles cuando ya eran adolescentes y la situación se repitió. Al final, sacamos a Kate del centro a los 16 años y la educamos en casa. Mi mujer se encargó de casi todo. Le diseñamos un programa y luego fue al colegio universitario [con titulaciones de dos años]. Lo curioso es que ahora le fascina la educación. No la hemos convencido nosotros, pero seguramente nuestra trayectoria le ha influido: dirige un proyecto del Gobierno finlandés, The HundrED, concebido para identificar los cien programas de enseñanza más innovadores del mundo.


Monday, July 18, 2016

Ruinas comunistas

Ruinas comunistas

Junio 5, 2014 | Tags: 
Durante su estancia en China al novelista cubano-español Ronaldo Menéndez se le ocurrió hacer un viaje por las ruinas del comunismo. Al regresar a su hogar madrileño decidió continuar, junto con su compañera Natalia, lo que habían iniciado en Pekín. El proyecto consistió en viajar un poco al azar como mochileros en plan de arqueólogos de una realidad difunta o en serio peligro de extinción: el comunismo. El resultado de su viaje es un divertidísimo libro, de prosa ágil e irónica, titulado Rojo aceituna: Un viaje a la sombra del comunismo (Madrid, 2014), altamente recomendable a los izquierdistas que no se hayan hundido todavía irremediablemente en la solemnidad malhumorada que les inspira esta época postcomunista. La experiencia china llevó a Menéndez a preguntarse cómo diablos había sido posible que en una sociedad tan profundamente devota del capital floreciera tan duramente el voluntarismo impuesto por un sistema comunista. Yo mismo, hace poco, emprendí un viaje a China con propósitos similares a los de Menéndez, salvo que mi estilo no es el de un mochilero en busca de lo auténtico, lo salvaje y lo profundo; yo prefiero lo artificial, lo cultivado y lo que está a flor de tierra, pues allí creo encontrar claves para iniciar una exploración de las ruinas del comunismo.
Me gusta la actitud irónica de este escritor, y la comparto. Aunque compruebo que su buen humor se paraliza cuando llega a Phnom Penh y visita la antigua escuela S-21, un edificio que albergó el centro de tortura y exterminio del Khmer rojo camboyano y donde murieron unas 17 mil personas (hoy es un museo que denuncia el genocidio). Tampoco es un tema para bromas la gran hambruna en China que entre 1958 y 1961 mató a unos 30 millones de personas, catástrofe en buena parte desencadenada por el llamado "Gran Salto Adelante" ideado por Mao. La tragedia china continuó pocos años después cuando Mao desencadenó la Revolución Cultural, que en China hoy casi todos repudian como algo nefasto.
Pero la agridulce ironía se revela como un buen método de aproximación a lo que ocurre en Cuba, Venezuela o Bolivia. Las aventuras de las nuevas formas de propiedad privada en Cuba son hilarantes, corroídas como están por una burocracia ineficiente que no tiene ni idea de qué hacer ante una transición hacia no se sabe bien qué. El surrealismo calamitoso de la llamada "Revolución Bolivariana" resulta especialmente divertido visto con los ojos de un cubano que es enviado a Venezuela como "especialista literario" para coordinar talleres para jóvenes escritores, y que acaba recluido en una antigua estación de policía, en un barrio pobrísimo de los cerros de Caracas, dando clases a personas analfabetas que no quieren alfabetizarse. El viaje al "socialismo del siglo XXI" en su versión boliviana no es menos irónico y sintomático. Allí, en Cerro Rico (Patrimonio Natural y Cultural de la Humanidad) malviven unos mineros ajenos a las antiguas glorias de la plata del Potosí, y que no ven con buenos ojos al gobierno socializante de Evo Morales.
El socialismo bolivariano nace bajo una luz crepuscular, ya marchito y como en ruinas. Hacia el final de su viaje, Menéndez llega a una triste conclusión: "hace treinta años los jóvenes militantes de izquierda eran aguerridos, afiliados, orgánicos. Hoy tienden a flotar en el flato de la decepción, lamerse las heridas y retirarse al margen". Pero el libro de Menéndez escapa a esta melancolía con ayuda de su buen humor satírico.
Es una pena que Menéndez, en lugar de irse al lejano Oriente desde América del Sur, no haya seguido su viaje hacia México, donde la izquierda necesita urgentemente fuertes dosis de ironía y de buen humor para repensar su pasado reciente. Una mirada humorística a las recientes desventuras de los movimientos de izquierda bien valdría la pena: guerrilleros que luchan por la paz, maestros rebeldes que protestan contra la falta de ignorancia, populistas que quieren bajar los impuestos, intelectuales alérgicos a la democracia, confrontaciones tribales...
Pero, ¿es posible encarar los infortunios con ironía y humor? ¿Hay novelistas en México capaces de mirar con sarcasmo las desgraciadas aventuras de todas las izquierdas, desde las reformistas hasta las comunistas? En general los fracasos suelen ocasionar ataques agudos de solemnidad. Pero cuando surge el buen humor es que ya se está logrando abrir un nuevo camino.
(Publicado previamente en el periódico Reforma)

"Somos lenguaje y amor"

EXCELENTE entrevista a Emilio Lledó uno de los últimos sabios de España. Sus opiniones sobre la importancia de la filosofía griega, de la cultura clásica y de la educación de los niños en el concepto del lenguaje como instrumento del pensamiento y de los sentimientos son reveladoras de la existencia de una tradición humanista que no se rinde ante la tecnología, ni ante el poder de los medios y los politicos.






"Somos lenguaje y amor. Por eso hay que educar también en eso a los niños en la escuela. Enseñarles la sensibilidad, a mirar un cuadro. Los niños tienen mucha más curiosidad de lo que los mayores pensamos, sin creer que la cultura es una cosa que tiene que meterse en la cabeza a la fuerza. La cultura es un estímulo. ¡Hasta los cómics!"








«Es importante que escapemos de las frases hechas»

Emilio Lledó


http://msur.es/2016/06/07/emilio-lledo/3/


Sevilla  | Mayo  2016
Confiesa estar cansado de entrevistas. El año pasado, tras atender a docenas de medios por la concesión del premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, hubo de retirarse a descansar con su familia. “Este año ya llevo más de treinta… ¡Y tengo 88 años!”, lamenta. Sin embargo, su aspecto es saludable, camina con envidiable rectitud y, lo que parece más importante para su profesión, posee intacta su famosa lucidez. Conversar con él es un placer que ningún periodista quiere perderse.
Emilio Lledó (Sevilla, 1927), hijo de saltereños y criado en Triana hasta la edad de seis años, académico de la lengua, profesor en las universidades de Heidelberg, La Laguna, Barcelona y Madrid, es uno de los pocos sabios españoles vivos. El pensamiento griego, la historia de la filosofía, el lenguaje y la memoria articulan su obra, en la que destacan títulos como La memoria del logos, El epicureísmo, Memoria de la ética, Elogio de la infelicidad, Pensar es conversar o Fidelidad a Grecia, entre muchos otros.
«Que se mantengan en cartel obras de Sófocles o Aristófanes es uno de los regalos más hermosos de la cultura»
Aunque reside en Madrid, mantiene un vínculo muy estrecho con su Andalucía natal, y nunca se ha arrepentido de rechazar el puesto que Gadamer le ofreció en la universidad alemana. Las expresiones que más repite, acaso sin darse cuenta, son “es sorprendente” o “es curioso”. Tal vez sea ése el secreto de haber llegado a esta edad en plenitud de facultades.
La Grecia que usted estudió tan a fondo, ¿guarda alguna relación con la Grecia de Tsipras y Syntagma, o son dos países completamente distintos que sólo por casualidad comparten nombre?
No conozco muy bien la Grecia contemporánea, he estado allí solo un par de veces, pero qué duda cabe de que los griegos de hoy son herederos de esa tradición. Me compré allí un par de ediciones de Diálogos de Platón y resultó que eran bilingües, en griego clásico y traducción al moderno. Me llamó gratamente la atención la belleza del clásico, no se podía decir, ni de lejos, que estuviera mejor dicho en moderno. Es sorprendente. No solo en Platón, en la Ilíada y en laOdisea, que se recogieron antes porque casi nadie sabía escribir… Cuántas veces leemos literatura contemporánea, aunque mucha sea importante y pensamos, ¿cuánto durará esto? A lo mejor, ni 30 años. En cambio, que se mantengan en cartel esas tragedias de Sófocles, las comedias de Aristófanes, la Historia de Tucídides, con ese lenguaje tan enormemente rico, expresivo, hondo, es uno de los regalos más hermosos de la cultura.
Entonces, la Fidelidad a Grecia que usted defendía en un libro, ¿es extensible al presente?
Por supuesto. Fidelidad y solidaridad.
Y paradójicamente, cada vez estamos más lejos de ella, al menos en los planes de estudio.
«Es clásico el autor que puedes estar leyendo continuamente sabiendo que cada vez te aporta algo nuevo»
Me sorprende que en los planes, o los desplanes, o los desplantes de estudio, no se dé la importancia que se debe a esa cultura clásica, al Humanismo. Por supuesto que la tecnología es importante en la sociedad que vivimos, que es una sociedad tecnológica. Pero ese poso cultural, esa relación con el lenguaje, el continuo diálogo, no solo con los griegos… Pienso también en el Quijote, que he leído muchas veces. Me sorprende que cada vez que vuelvo a él encuentro cosas nuevas. Esa es una de las características más hermosas, profundas, aleccionadoras y estimulantes de lo que llamábamos los clásicos. Me atrevería a definir clásico como aquel autor que puedes estar leyendo continuamente sabiendo que cada vez te aporta algo nuevo, como cada vez que escuchas las Sonatas para violoncello de Bach te renuevan, te reviven, te alientan.
Hay generaciones de estudiosos que han aprendido alemán sólo para poder leer a Hegel o Heidegger. ¿Es intraducible la filosofía? ¿Hay idiomas más indicados para otros para la Filosofía, como idea absoluta?
Creo que no. Cuando el pensamiento es poderoso, se puede decir en cualquier lengua. Tradicionalmente, se ha dicho que es muy apta la lengua alemana, es verdad, pero se puede hacer filosofía en cualquier lengua, con tal de que haya un interés. Los griegos hicieron un prodigio de cultura con la griega. Es verdad que la de los latinos, en comparación, no es aparentemente importante, pero eso no quiere decir que los romanos no estuvieran dotados… Para el pensamiento todos estamos dotados. Si no, estamos mal. Toda reflexión de libertad, todo mundo intelectual que tiene que ver con plantearse críticamente qué es la vida, la justicia, la bondad, el bien… Son planteamientos filosóficos que se puede hacer en cualquier lengua. El Quijote es un libro filosófico.
Sabemos que parte de las obras de Aristóteles nos ha llegado a través de traducciones árabes, que sin la civilización árabe, nuestra Filosofía actual no sería imaginable. ¿Por qué el ciudadano ilustrado medio conoce tan pocos nombres de filósofos árabes?
Me sorprende, no sé a qué atribuirlo, y no sé árabe. Me pregunto si podría haber un fanatismo religioso que estableciese, no sé… Todo pensamiento fanático, dogmático, que además implica una negativa para pensar en algo que no sea lo que el dogma dice, es en el fondo un freno para la racionalidad. La filosofía griega, en buena parte, fue herencia o llegó hasta nosotros a través de la cultura árabe. Por otro lado me choca que esa enorme explosión que hubo precisamente aquí, de libertad, con Averroes y Avicena, no ha vuelto a reproducirse.
Estamos acostumbrados al protagonismo masculino en la Historia, pero ¿no da la impresión que en la Filosofía, la tasa de mujeres es aún menor que en otras ramas? Todavía hay quien niega la categoría de filósofa a Hannah Arendt o a María Zambrano…
«Las figuras más grandiosas de la tragedia griega son mujeres. No solo Helena»
Bueno esa es una deformación de los que se resisten. En la cultura griega parece que hay cierto antifeminismo, la mujer tenía otro papel… Sin embargo, en elBanquete de Platón, el discurso más hermoso sobre lo que es el amor lo dice una mujer, Diótima de Mantinea. No he investigado sobre ella, tal vez fue un invento. Pero es curioso que habiendo distintos comensales y teorías sobre qué es el amor, el sentido del amor, el discurso más hermoso es de una mujer, lo cual no deja de ser importante. Y por supuesto, las figuras más grandiosas de la tragedia griega son mujeres. No solo Helena. Atribuir el concepto de machismo en la cultura griega, es inadecuado. Hay que estudiarlo a fondo.
Usted es académico. Reprochan a la RAE que mantenga un lenguaje que algunas tildan de sexista por el genérico masculino. ¿Cimenta el lenguaje una visión patriarcal de la sociedad? ¿Tiene sentido modificar el idioma?
No creo que sea un tema importante, la verdad. Es sociológicamente digno, pero lo realmente importante es que nos escapemos de las frases hechas. Vivimos como si el lenguaje fuera un lago helado, y patinamos sobre él. “Crear empleo”, pero bueno tío, ¿cómo se crea empleo?. Debajo de esa pátina helada, está el mar del lenguaje, el mar de los sentidos, el mar de los significados. Por eso la verdadera educación se fundamenta sobre todo en la enseñanza del lenguaje. No en la gramática, que será importante, sino en hacer pensar a los jóvenes, a los niños, en las palabras que usan.
En sus memorias, Juan Cruz lo recuerda a usted como un profesor que no exigía la acumulación de conocimientos, sino que sus alumnos fueran reflexivos y creativos.
«Muchos políticos hablan con frases hechas, con conceptos estereotipados que no llevan a nada»
Ha habido años en que la educación ha estado en mano de pedagogos poco pedagogos, encerrados en estructuras fanatizantes o fanatizadas. Por eso debemos fijarnos en cómo muchos políticos hablan con frases hechas, con conceptos estereotipados que no llevan a nada, ni dicen nada, ni pretenden nada, ni solucionan nada. Soy un apasionado del lenguaje, es lo que somos, somos lenguaje, somos comunicación, somos memoria, somos transmisión. Por eso me parece que una de las grandes insensateces que se dicen hoy es que no hay que tener memoria histórica, ¡pero bueno, si eso es el fundamento de lo que somos! No hay futuro sin memoria, ¿desde que trampolín saltaremos al futuro, si no tenemos el de la memoria? Y los políticos no estén a la altura de esa necesidad, ni son conscientes de la trascendencia de lo que ellos hacen. Lo que yo hago no tiene importancia, puedo escribir cuatro cosas, pero no tengo en las manos eso que llaman poder.
Uno de sus textos se preguntaba quién privatiza a los políticos. ¿Ha encontrado respuesta en estos años?
No, pero lo dejo abierto, porque se han privatizado, por supuesto. Sobre todo un tipo de político derechoide está privatizado por esas ideas conservaduristas, que son muy distintas de conservadoras. Cualquier político que tenga un poder real, y quiera influir en la sociedad, no tiene más remedio que no dejarse privatizar, a no ser que sea por los ideales de cultura, educación y bienestar colectivo.
¿Se puede ser proletario y epicúreo, o es una filosofía reservada para personas con posibles?
Fíjate cómo aprende uno continuamente, nunca me había planteado ese problema. Yo diría que Epicuro fue una figura popular, en su jardín entraban mujeres, cosa que por ejemplo era más problemático en el Liceo de Aristóteles o en la Academia de Platón. No había nada de elitismo en él. Y por otro lado, del epicureísmo no queda nada, tres cantos, unos cuantos fragmentos, fue barrido por la Historia. Y me huelo que fue arrasado ideológicamente, porque ese afán del cuerpo, procurar que sea feliz, que tenga alimento, alegría, esperanza, sentimiento de solidaridad, una cierta oligarquía lo rechazaba, le rechinaba. La ideología que subyace en Epicuro es una filosofía del más acá. Por eso creo que hay un resto epicúreo en Nietzsche cuando dice: “Hermano, permanecer fiel a la tierra”. No creas en los que te hablan de futuro, fuera del mundo, de los árboles, fuera de la realidad.
Hoy parece que nos exigen pertenecer al extremo opuesto, ser estoicos. Nos remiten a Epicteto…
«Eros es lo que realmente somos. Eso los negadores de la vida, del gozo, no lo pueden soportar»
Es curiosa la riqueza de estos filósofos aparentemente no tan importantes como Platón o Aristóteles, en parte porque no ha llegado su obra hasta nuestros días. A veces un cierto conformismo con la realidad también es saludable, sobre todo no aspirar a lo imposible, ni a la riqueza económica desmesurada, porque nadie puede controlar toda esa desmesura. Un hombre muy rico que estaba muriéndose me dijo una vez: “Emilio, sobrarme tantísimo dinero, ¡y no poder comprar ni un minuto de vida!”
¿Ha llegado a explicarse alguna vez por qué el Eros ha sido tan combatido por todas las iglesias?
Es lo que realmente somos. Es una manifestación del gozo del cuerpo. Eso los negadores de la vida, del gozo, no lo pueden soportar. Además, es una forma de liberación. El amor es una forma de salir de ti, encontrar un vínculo enormemente intenso, poderoso y creativo a su vez, que da vida. Somos lenguaje y amor. Por eso hay que educar también en eso a los niños en la escuela. Enseñarles la sensibilidad, a mirar un cuadro. Los niños tienen mucha más curiosidad de lo que los mayores pensamos, sin creer que la cultura es una cosa que tiene que meterse en la cabeza a la fuerza. La cultura es un estímulo. ¡Hasta los cómics!
¡No faltaba más!
«Durante la Guerra civil no se podrían comprar cómics, y yo me pintaba mis propios cómics»
Recuerdo que durante la Guerra civil no se podrían comprar cómics. En Vicálvaro, con diez o doce años, estábamos acostumbrados a oír las bombas que caían. A menudo nos sacaban del colegio y nos echaban a las eras, porque en los surcos te podías agachar. Entonces, la escapada era leer cómics, y yo me pintaba mis propios cómics. Es de las pérdidas que más siento de mis mudanzas. Todavía recuerdo que eran cuartillas, con aquellas chinchetas amarillentas, y tenía como quince o veinte dibujos, casi todos de combates de aviación. Era una pequeña escapada del mundo, de lo inmediato.
Usted ayudó a los emigrantes andaluces en Alemania. ¿Cómo está viviendo la actitud de Europa en el drama de los refugiados?
Una de las cosas que me sorprenden es que se hable de refugiados con tanta intensidad, pero nadie nos explique por qué hay esas guerras. Si hubiera que establecer un porcentaje, sería el 95 % es teoría del refugiado, y solo el 5 % se dedica al porqué. Hay que insistir, exigir que nos digan las causas de que la gente huya. ¿Por qué hay guerra? Llevamos cinco años en Siria y todavía no lo sabemos, no nos iluminan. Y es un problema que tenemos que abordar.

Sin tele, a mucha honra

Uno de los episodios más controvertidos –o simplemente ruidosos– de las múltiples andanzas de Emilio Lledó fue su presidencia del Consejo para la Reforma de los Medios de Comunicación del Estado creado por el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero.
El supuesto escándalo vino con la revelación de que el profesor asumía esa responsabilidad a pesar de no tener tele en casa. Naturalmente, sigue sin tenerla, aunque afirma saber del medio televisivo como el que más.
“Me dieron tanta caña… ¡Un señor que no tiene televisión! Mire usted, perdí un año de mi vida trabajando sin cobrar un céntimo, no quisimos cobrar ninguno del consejo. Y ahora soy el especialista en televisión, no diré el número uno, pero sí entre la docena de máximos especialistas, porque lo sé todo. Me hinché a leer libros en inglés, en francés, en alemán… Yo he tenido televisión cuando vivía en Barcelona, por los niños. Pero cuando me fui a Alemania, -mis hijos ya no vivían conmigo, estaban fuera-, el aparato estaba roto. Me dio pereza comprarme otro y empecé a vivir sin televisión, y aprendí a no echarla de menos. Me ha gustado ver algunas cosas en casa de un amigo, o en un hotel. Pero no hace falta ver 40 programas de Sálvame Deluxe o Denoluxe para saber quién es Belén Esteban. Me dolió mucho aquella ferocidad con que me dieron, porque era injusto”.

LAS MADEJAS INVISIBLES DEL PODER

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